Revolución democrática
Se puede decir que una revolución democrática se pone en marcha cuando trabajadores y burgueses coinciden en un punto de inflexión para impulsar reformas políticas, económicas y sociales que se reflejen en altos índices de desarrollo humano y de rentabilidad del capital.
A ese escenario de transición política aspiraba Juan Bosch hace casi cincuenta años, cuando esbozó su tesis “Dictadura con Respaldo Popular”, un diseño de gobierno progresista y democrático, bautizado con un título muy áspero.
La dominicana es todavía una sociedad atrasada, porque las clases sociales llamadas a motorizar las reformas sociales, aun no consolidan conciencia como tales. A los trabajadores no se les permite organizarse en sindicatos, ni a los burgueses participar en mercados abiertos y transparentes.
Los grandes grupos económicos han dominado por más de medio siglo al aparato estatal y al escenario político, económico y social, en el que imponen o tratan de imponer regla de juego conforme a su imagen y semejanza.
Gobiernos progresistas y conservadores apenas pueden avanzar en algunos aspectos de la institucionalidad del Estado, como la apertura limitada de mercados, o promover una que otra política de inclusión social, como las leyes agrarias, pero en sentido general, la sociedad ha seguido enjaulada en lo que Juan Bosch definió como “Frente Oligárquico”.
Durante la primera gestión del presidente Danilo Medina, se produjo un trascendente punto de confluencia entre Gobierno y burguesía liberal para promover iniciativas que ayudan a perfilar una revolución social y democrática.
Los primeros componentes de esa iniciativa han sido el 4% para la educación, la democratización del crédito, la figura de la fiducia para la construcción de miles de viviendas de bajo costo, la ampliación de los programas sociales y la asistencia estatal a grupos organizados agropecuarios, agroindustrial, industrial, artesanal, comercial y de emprendimiento .
Ese es el punto de convergencia que motoriza la revolución social que encamina el gobierno del presidente Medina, que se ampliará con la reforma profunda del sector salud, agua, seguridad social, sector eléctrico y de los programas de apoyo a la Mipymes.
El Frente Oligárquico, que refería Juan Bosch, no va a quedarse de brazos cruzados, por lo que, para impedir o limitar la agenda de un gobierno progresista respaldado por el pueblo, ha instituido una mentada Iniciativa por la Institucionalidad Democrática, la mascarada de una contrarrevolución.