Respondiendo a Fernando Álvarez Bogaert
En la edición correspondiente al 20 de noviembre del año en curso se publicó en el diario El Caribe una amplia entrevista que ofreció el licenciado Fernando Álvarez Bogaert, a la periodista Evelyn Irizarri, en la que el entrevistado se refiere a diversos hechos de nuestra historia política reciente.
El entonces candidato vicepresidencial del PRD sabe muy bien que esas fueron las elecciones más “supervisadas y observadas” de toda nuestra historia. Sólo la Agencia Internacional para el Desarrollo, AID, envió como “asistencia técnica” a 18 asesores.
Debe recordar también el entrevistado que el candidato presidencial tenía meses hablando de que él poseía “un colchón de 200,000 votos”, presumimos que contando con lo que su candidato vicepresidencial de seguro le aportaría en el proceso.
Asimismo debe tener aún fresco en su memoria nuestro amigo Álvarez Bogaert que en la mañana de las elecciones, cuando él se presentó a la sede de la Junta Central Electoral, hablando de un supuesto “dislocamiento” de votantes perredeístas, la Junta procedió de inmediato a comunicarse con los secretarios de numerosas Juntas Electorales, inquiriendo informaciones acerca de alguna situación anómala perceptible, recibiendo por respuesta que en sus respectivas demarcaciones no se habían presentado inconvenientes.
Resulta, igualmente, oportuno recordar que la Junta Central Electoral, compuesta por representantes de las tres principales fuerzas políticas, PRSC, PRD y PLD, al continuar las reclamaciones, llegando las mismas al extremo de no permitir que las Juntas Municipales pudiesen fallar, como manda la ley, los recursos presentados, designó una Comisión para examinar la situación, compuesta por Gonzalo Brenes, principal figura de los Asesores de la AID en función de “supervisores y observadores” de nuestras elecciones, por el vicerrector de la PUCAMAIMA, el rector de INTEC, y completaban dicha comisión el consultor jurídico y el Director de elecciones de la Junta Central Electoral.
Esas elecciones tenían como principal objetivo sacar del poder al presidente Balaguer, en un vulgar ajuste de cuentas ante la actitud tomada por el estadista en 1991, cuando se negó rotundamente a permitir campamentos de refugiados haitianos en territorio dominicano. El doctor Balaguer constituía un obstáculo insalvable para las fuerzas imperiales en su manifiesta intención de endosarle a la República “el problema haitiano”, con el fin de lograr un estado binacional. Al triunfar el doctor Balaguer, no tuvieron escrúpulos y presionaron hasta lograr el adefesio del acomodamiento constitucional de 1994. Con el paso del tiempo, el país se ha dado cuenta, querámoslo admitir o no, que al doctor Balaguer le asistía la razón en ése, y en muchos otros aspectos de la vida nacional, a pesar de las continuas distorsiones que de esos episodios realizan los antibalagueristas de profesión.
Hay otras afirmaciones del licenciado Álvarez Bogaert que no se ajustan a la realidad de lo acontecido, como la de “el secuestro” y la de “no toques esa tecla”, pero para esta ocasión, y sólo por ésta, es más que suficiente la presente aclaración, ya que al formularla hemos honrado el sabio contenido de la frase de Francois Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, cuando expresó: “A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que la verdad”