Reflexión en Semana Santa:  aborto, bioética y dignidad humana

Existen muchas definiciones de lo que es el aborto y asumimos que es un procedimiento que puede ser inducido o no (natural o voluntario) en que se detiene el embarazo provocando la muerte del embrión o feto. Es uno de los procesos más empleados y más controversiales en la época, con diversos dilemas, y argumentos y posturas distintas sobre si es correcto o no moralmente. Analizando el aborto tomando como base lo que establece nuestra carta magna tenemos lo siguiente:

El Art. 37 de la Constitución de la republica dominicana del 2010 consagra el  Derecho a la vida. El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte y el Art. 38 sobre la Dignidad humana, establece que el Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona y se organiza para la protección real y efectiva de los derechos fundamentales que le son inherentes. La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos.

Hablando con mi hijo de 17 años sobre la legalidad o no del aborto este estuvo de acuerdo con tres causales donde se debe permitir y se refería a los embarazo indeseados como son el fruto de una violación, en el caso de que esté en peligro la vida de la madre y en los embarazos de hermanos a hermanas y de padres a hijas. Así justificaba mi hijo el aborto y por un momento casi me convence porque siempre he estado en contra del aborto.

Estas inquietudes tan preclara de este joven adolescente me motivó a transcribir esas ideas porque me parecieron muy interesantes y quise ponerlas al alcance de mis seguidores y público en general como un reflejo de lo que está pensando esta generación de Jóvenes, que representa por ende el futuro de la nación, citamos con sus propias palabras:

La sociedad desde la antigüedad contempla en sus bases de funcionamiento derechos y deberes que cada persona tiene. Deberes que cada uno cumple, con su rol, con su responsabilidad, y derechos que deben ser respetados y son inalienables de cada persona desde el pequeño momento en que surge la vida: los llamados “derechos humanos”.

Desde la concepción de estos, surgen las ideas del afianzamiento global del famoso “derecho a la vida” (art.3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos), en que toda persona tiene derecho a la vida en sus distintos aspectos: desde lo corporal y lo psíquico hasta lo social, es un derecho fundamental en todos que debe ser respetado, incluso en aquellos que aún no han nacido, que se encuentran desarrollándose en el vientre de su madre, que aún no sustentan su respiro por sí mismos, que aún no abren sus ojos, pero aun así con vida …  aquello irrebatible sin importar las circunstancias.

Son muchos los casos en que se han roto esos derechos, de esos no nacidos, esto es en el aborto. Sería muy sencillo concluir en que el aborto simplemente es inaceptable moralmente por su naturaleza de muerte que va en contra de los derechos fundamentales de cada uno, específicamente el derecho a la vida, u otros factores como la religión, que argumenta esencialmente, en el caso del cristianismo y El Catecismo de la Iglesia Católica lo prohíbe en los numerales 2270-2275), pero el hecho de que una persona cometa aborto se relaciona con muchos más factores de gran relevancia.

Es evidente que una persona no comete aborto por amor al arte sino que son una serie de elementos causantes que llevan a la persona a efectuar este proceso como son: riesgos de la vida de la madre, riesgos en la salud física o mental, por violación, inviabilidad fetal o factores socioeconómicos, todas estas razones serian válidas desde mi punto de vista para efectuar un aborto.

Son numerosas mujeres que mueren a diario por efectuarse el aborto en centros a escondidas ya que su país/región tiene como ilegal el aborto no importa la condición que tenga, y allí llegamos a lo mismo, la vida, lo irrebatible, no solo lo corporal sino también la mental y social. Quitándole el derecho al aborto, le quitas el derecho a su vida mental y social en paz, es derecho a la vida.

Asimismo en caso de riesgo de la vida de la madre, es derecho a la vida, la madre tiene vida también, entonces todo cae en una incertidumbre inmensa. ¿Vale menos la vida de una persona que ha hecho experiencias, que ha sido un ente social, que ha hecho relaciones sociales, que vive y quiere y siente y ya tiene raciocinio que la de un conjunto de células, vivas, pero células que aún no han incursionado en el raciocinio, en lo que nos hace humanos? ¿Entonces valen más las células que los humanos?

Simplemente le arrebatamos la vida a quienes le prohibimos el aborto: su vida social y mental, su confort, sus derechos humanos, todo por dárselos y asegurárselos a algo que aún no tiene las facultades que nos hacen humanos, y así caemos como sociedad en un dilema moral que está más claro que el agua de respuesta, de salida, de la solución a este problema global.

Es un absurdo el  poner a un feto por encima de un ser humano. “Concederle a los fetos un derecho absoluto a la vida en todas sus etapas de desarrollo, desde la simple célula a la viabilidad, es denigrar a las mujeres, su salud y sus capacidades” (Elentir Vigo), ciertamente lo es, “las mujeres y los fetos no son seres comparables”, afirma Elentir Vigo nuevamente en un artículo sobre la legalidad del aborto y lo incoherente que es destruir el derecho de las mujeres para preservarlos, para los fetos y los embriones, solo leerlo suena incoherente.

Las posturas de la iglesia, uno de los organismos principales en la lucha contra el aborto fundamentado en la Biblia y los preceptos de la religión cristiana, y otras personas con argumentos sobre el gran valor de la vida del feto, tan igual como el de la madre, se sostienen de esta tesis que limita los derechos de la madre por un ser que aún no contempla los aspectos humanos.

El aborto finalmente en muchos países ha sido legalizado paulatinamente incorporando excepciones y condiciones que se acercan más a lo humano y menos a la obsesión por la vida de un feto/embrión. Razones justificables como riesgos en la vida de la madre, violación o factores socioeconómicos son lo suficientes para permitirle a la madre, que a veces sufre tanto, que tenga que recurrir a métodos clandestinos, que peligre su vida todo por forzarla a concebir un niño que no quiere.

Definitivamente la vida de la madre en todos sus aspectos (físico, mental y social) vale más que la de un feto que aún no razona, tiene experiencias, sociedad ni tampoco siente de igual forma que una persona que por sus razones no decide concebir aquel futuro ser humano, porque “ningún derecho es más básico que el derecho a la vida, pero nada es más devastador que la vida sin libertad” (Hurssel).

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