Reelegir la esperanza

No soy muy respetuoso de los símbolos, tampoco amante de las alabanzas a los humanos, mi formación cristiana me hace adorar a Dios y solo a él. Rozo muchas veces en la irreverencia, por esa falta de inclinación ante los iconos; sin embargo creo que Danilo Medina, por su gestión humanizada e incluyente y centrada en la gente, debe continuar. ¿Por qué, si en otras ocasiones la reelección se ha hecho posible para beneficio y conveniencia de unos pocos, no sea posible hacerla ahora para el beneficio de muchos, de los siempre habían sido excluidos y ahora están siendo tomados en cuenta? Si modificar la Constitución ha sido el deporte y capricho de poderosos y políticos sin vergüenza, que lo han hecho antojadizamente, algunas veces comprando curules con recursos del Estado. ¿No será posible hacerlo en un momento que se hace lo que nunca se había hecho a favor de las mayorías? Creo firmemente, que constituye una necesidad reelegir la esperanza. ¿Por qué? Porque mejorar la educación para que el desarrollo sea sostenible y equitativo, poniendo manos a la obra para construir 28,000 nuevas aulas, y trabajar para la erradicación del analfabetismo, es una acción que debe continuar. Porque el desayuno y el almuerzo escolar en las tandas extendidas, que resuelve la alimentación de la población estudiantil infantil pobre y dinamiza los mercados de productos criollos, solución de un problema que repercute en la de muchos otros, también debe continuar. Porque hay que continuar cerrando la brecha de la pobreza, ese déficit social del que presidentes anteriores se habían olvidado por vivir en las alturas, sin siquiera enterarse de las penurias de los simples mortales. Creo firmemente, que las alturas deben ser usadas para observar con amplitud los problemas y buscarle solución, no para presumir dominio, ni eternizar liderazgos. Porque con Danilo el país ha aprendido gratamente que un presidente puede saltar charcos y pararse a orinar en un destacamento policial de camino, que es un humano, no un semidiós, que puede cometer errores y rectificar, y gobernar para los ciudadanos que los eligen, no solo para una elite de oportunistas o de políticos apandillados en una claque supe poderosa llamada “Comité Político” o Comité Central. Porque en este gobierno se ha sentado la base para que el problema eléctrico se resuelva de manera definitiva, elevando la competitividad y la calidad de vida de los dominicanos, con las plantas a carbón se está haciendo que el barril sin fondo e irritante negocio de la energía, cambie de rumbo y deje de ser un gran sacrificio para los contribuyentes y un gran negocio para unos pocos. Esto se ha convertido en una esperanza de mejoría para todos. Se hace necesario reelegir la esperanza, sin creerse predestinado, porque la gestión gubernamental que antes era para el beneficio de los ricos, está ahora orientada a favor de “los hijos de Machepa” del verdadero maestro, líder y guía: el eterno Juan Bosch. En un escenario donde, por un lado, el presidente Danilo Medina tiene una alta valoración de su gestión, que mediciones internacionales dan cuenta que ronda el 90%, siendo entonces el principal activo político de su partido, y por otro lado, el ex presidente Leonel Fernández no termina de reponerse de la antipatía ganada por el descredito de sus más cercanos colaboradores, a los que parece estar negado a retirar de su entorno, única vía para mejorar su reputación, entonces Danilo es la opción correcta. Leonel no ha entendido que algunas figuras de su entorno deben pasar al anonimato, y que otras deben emerger para darle el soporte moral que en la actual coyuntura su liderazgo necesita. Parece estar cautivo entre la soberbia de un pasado exitoso y la urgencia de aprender de la coyuntura. No ha entendido que el mesianismo pasó de moda y el pueblo dominicano asiste a una nueva democracia, entendida no solo en su dimensión política, sino también en su dimensión social. Que hemos aprendido con Danilo que se puede democratizar el presupuesto nacional poniéndolo al servicio de las mayorías; que este hombre ha cambiado la relación estado-sociedad, con sus visitas de fines de semana poniendo al Presidente frente a frente con la gente que lo eligió; otorgando créditos blandos a pequeños empresarios y agricultores que antes no eran sujetos de crédito en la banca rentista nacional, dignificado la gestión estatal y promoviendo una economía humanizada e incluyente, llena de esperanza. Con lo que pasó en Boca de Cachón y lo que se espera pase en la Barquita, Leonel debe aprender que la inversión pública puede hacerse en beneficio de todos. La democratización de la asignación de obras y no solo el grado a grado a favor de los que eternamente han ordeñado las tetas de la vaca estatal, por ser los que pagan la francachela de la campaña electoral, es un gran ejemplo de lo que hay que continuar. El cambio de cultura que implica poner en funcionamiento del 9-1-1, es una lección que deben servir de aprendizaje y sin tener que ver con vientos, ni paso de antorcha, ni mesianismos baratos. Danilo ha demostrado tener una enorme capacidad integradora, algo que a Leonel le faltó. Por lo que, al PLD y al país le conviene es reelegir la esperanza, ya que el sentimiento nacional llamado PRD ha demostrado que en las peores condiciones mantiene en la preferencia del electorado una fortaleza que sobre pasa el 40%. Los congresistas morados, incluyendo los leonelistas, que se dejen de pendejadas, porque para “servir al pueblo”, aún en contra de la voluntad de Danilo, nada mejor que reelegir la esperanza.

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