Racismo y antihaitianismo en República Dominicana
Los españoles llevaron a cabo el proceso de conquista y colonización de nuestra isla de forma violenta. Igual hicieron en toda latinoamerica. Sus mecanismos de dominación y explotación fueron brutales y sangrientos. Fue tal la desculturación llevada a cabo, que exterminaron a los pobladores nativos en contadas décadas.
Contra los españoles, a pesar del genocidio cometido, los dominicanos no han desarrollado resentimiento ni odio, porque desde la escuela, los textos escolares, la familia, la iglesia, los medios de comunicación y los demás mecanismos de socialización de la cultura no se ha construido una cultura de animadversión ni rechazo.
Los Estados Unidos, en su afán imperial, pisotearon nuestra soberanía en dos ocasiones en el siglo pasado (1916 y 1965) y aún son quienes dictan las reglas del juego político en el país. Contra los norteamericanos tampoco hay rechazo colectivo.
En 1822 Haití procedió a ocupar la parte este de la isla. Fueron veintidós años de dominación, hasta que se produjo la proclamación de la independencia nacional el 27 de febrero del 1844. Producida la separación, durante doce años se produjeron incursiones sucesivas de tropas haitianas hasta el 1856, tratando de revertir el proceso emancipador febrerista.
Contra los haitianos ha perdurado un rencor, que se traduce en un odio visceral, no así contra los españoles ni norteamericanos. Y vaya “coincidencia”: los haitianos son negros y los españoles y norteamericanos son blancos. Es que en la primera mitad del siglo XX, el dictador Rafael Leónidas Trujillo se encargó de imponer una cultura antihaitiana, que se ha mantenido vigente en todo nuestro decurso, lo cual ha dificultado unas relaciones armoniosas entre ambos Estados y una convivencia sin tormentos a los inmigrantes de la parte occidental, basadas en el multiculturalismo.
En la República Dominicana el proceso de construcción de la identidad nacional se ha dado a partir del antihaitianismo y el racismo, que han patrocinado los regímenes a lo largo de nuestra historia, muy especialmente a partir de la satrapía trujillista.
Los niveles de pobreza de Haití son horripilantes. Es el país más pobre del continente, factor que es caldo de cultivo para la emigración hacia un exilio económico. Haití es parte de nuestra isla –la segunda en tamaño del arco antillano- de ahí que República Dominicana es el destino más accesible para ellos huir de su miseria.
Las condiciones de vida de los pobladores haitianos en la República Dominicana, que es también una nación donde dos terceras partes de su población viven en la pobreza e indigencia, es a todas luces deprimente. Pero los trabajadores haitianos tienen unas condiciones laborables desiguales, y el acceso a espacios de socialización elementales, como escuelas, universidades, entre otros, es restringido, lo cual implica discriminación y racismo.
El racismo es un sistema de desigualdad. Por ello mienten quienes desean ocultar la existencia de prácticas y políticas racistas en la República Dominicana. La sentencia 168-13 evacuada por el Tribunal Constitucional confirmó los ribetes racistas y xenófobos del Estado Dominicano, de sus élites y de una gran parte de nuestra sociedad.
jpm
estos nos inpira mucho mas asaber de nuetro pai republica dominicana
nosotras las dominicanas somo dominicana en cual kierlugar