Que no cunda el pánico

 

 

Todavía permea el ambiente la sorpresa del inesperado triunfo de Donald Trump y que ha dejado en completo estado de shock a gran parte de la población norteamericana  y al mundo boquiabierto, ya que se tenía la firme expectativa de un  inminente triunfo de la candidata demócrata, Hillary Clinton.

 

Y es que todas las encuestas presagiaban un final favorable a la candidata demócrata, por lo que se daba por hecho su triunfo en las presidenciales, tanto así que los mismos líderes republicanos lo que estaban tratando era conseguir el mejor desempeño posible obteniendo la mayor cantidad de escaños en el Senado y la Cámara Baja.

 

Pero hasta su partido, fue conmocionado en su sorpresa, pues en medio de la incredulidad, no solo consiguió consolidar el dominio total de las dos cámaras del congreso, sino que de paso capturó, además, la Casa Blanca, con un candidato al cual algunos de sus principales dirigentes habían negado su respaldo de manera pública.

 

El inesperado desenlace ha originado tanto estupor que mucha gente entró en un estado de pánico que todavía afecta a gran parte de la población, principalmente al interior de la comunidad latina.

 

En un hecho inédito luego de un proceso electoral estadounidense, se han estado produciendo manifestaciones de protesta (aparentemente espontáneas), por el triunfo inesperado del magnate neoyorquino quien debió ser de los mas sorprendidos por su inesperada victoria. Manifestaciones no justificadas porque el triunfo del candidato agraciado fue obtenido en buena lid, en un proceso libre y altamente democrático.

 

Esta respuesta de parte de esos grupos inconformes, refleja que en el ambiente político norteamericano airea el gusanito de la polarización incentivada en una campaña atípica, donde como sabemos participaron dos candidatos exógenos, como fueron el presidente electo Donald Trump y Bernie Sanders, los que se encargaron con sus discursos anti “establishment” y divisorios, de atizar la división en la sociedad norteamericana, lo que ha dejado esta secuela de radicalismo en apogeo.

 

Pero es muy importante que la gente comprenda que Estados Unidos no es cualquier nación. Todos sabemos como funcionan sus sólidas instituciones democráticas: Poder Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial, con la Corte Suprema como poderoso ente de equilibrio, plataforma inquebrantable, de un solido estado de derecho, que no cederá a decisiones que traten de socavar su fortaleza. De manera que no debe cundir el pánico.   

jpm

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