¿Qué le espera al gigante suramericano?
Por CRUGELL MARIANO ZORRILLA
Sin lugar a dudas, una de las noticias más trascendentales de la semana pasada la constituye la condena a 9 años de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero al Ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva. Esta condena, inédita en el país sudamericano, genera un complicado escenario de cara a las elecciones del año 2018, dejando posiblemente fuera del escenario el que fuera su mayor activo político e incrementando la incertidumbre que vive el país.
Lula, quien formó parte del grupo de gobernantes progresistas latinoamericanos que se hicieron con el poder a principios de la década pasada, es señalado como figura clave en el ascenso de Brasil hacia una de las principales economías del mundo, hoy miembro del G20, y que logro sacar de la pobreza unos 30 millones de brasileños y colocarlos en la nueva clase media.
No debemos olvidar que el panorama de este país es más que complejo. La sucesora de Lula, Dilma Rouseff, quien fue destituida mediante una polémica trama pero no acusada de corrupción, dejó tras de sí incierto escenario que aguarda al actual presidente, Michel Temer, quien enfrenta acusaciones de corrupción que podrían apartarlo del poder.
A pesar de que el veredicto no separa a Lula de una posible postulación, recordemos que la condena no es definitiva, si es cierto que el resultado de su condena afecta su popularidad y empaña su imagen en un país que ha vivido todo un torbellino político en los últimos años donde una mayoría de los políticos de este país, han sido señalados como participes de uno de los escándalos de corrupción más sonados de nuestro continente.
Brasil, durante los últimos diez años dio un salto sorprendente por su crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida de su población, colocándose en el estandarte de las economías más avanzadas del mundo y celebrando con diferencia de dos años, dos de los eventos deportivos más importantes del planeta, el mundial de fútbol 2014 y las olimpiadas de rio 2016, hoy se ve envuelto en una encrucijada política cuyas consecuencias están lejos de saberse.
Al día de hoy, con una clase política totalmente desacreditada, una sociedad civil hastiada de los escándalos, una economía que enfrenta un panorama incierto, y con pocas opciones para un relevo creíble, la situación brasileña dispara las alarmas sobre la posible aparición de un movimiento populista que aproveche la coyuntura, la cual es idónea, para manipular la situación y hacerse con el poder.
La situación se vuelve espacialmente complicada, si sumamos a esto las otras demandas por corrupción que pesan sobre la cabeza del ex mandatario. Su negativa a renunciar a la postulación presidencial es un recurso que mantiene el ánimo en sus más fervientes seguidores. Habrá que ver las consecuencias de esta sentencia, lo que sí es seguro, es que al gigante suramericano le esperan tiempos convulsos.
jpm