Proyectan hospitales seguros, inteligentes en el Caribe
WASHINGTON .- Casi siete de cada diez hospitales de América Latina y el Caribe están ubicados en áreas de gran riesgo de desastres, lo que puede dejarlos fuera de servicio en caso de un huracán, un terremoto o una inundación. Con el objetivo de que estos centros de atención puedan seguir funcionando durante emergencias de este tipo, así como de mitigar su impacto sobre el medio ambiente, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) puso en marcha un proyecto para crear hospitales seguros, ‘verdes’ e ‘inteligentes’ en el Caribe.
El Proyecto de Establecimientos de Salud Inteligentes (SMART, en inglés), financiado por el Departamento del Reino Unido para el Desarrollo Internacional (DFID, en inglés), comenzó en junio una segunda fase de tres años en una docena de hospitales de Dominica, Granada, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. Cuando la tormenta tropical Erika azotó Dominica a fines de agosto, causando muertes y daños en infraestructura, tres hospitales de la isla estaban siendo evaluados en el marco de la iniciativa.
“Los desastres naturales pueden tener consecuencias importantes en el sector de la salud y en la vida de las personas, por lo que debemos construir centros de salud tanto resistentes estructuralmente como ambientalmente amigables”, sostuvo Dana Van Alphen, coordinadora del proyecto. “Además, los hospitales que participen del proyecto verán reducidos sus gastos operativos y la contaminación que generan”, agregó.
Un centro de salud es ‘inteligente’ cuando combina su seguridad estructural y operacional con intervenciones favorables para el medio ambiente, con una relación de costo-beneficio razonable. En los hospitales ‘verdes’, la calidad del aire mejora, el personal trabaja en condiciones más favorables, y los costos por consumo de energía y de agua disminuyen. Estos beneficios inciden también en la decisión de las personas de acudir a los centros de salud: en los hospitales donde se aplicó el proyecto, el número de usuarios que buscaron atención creció un 40%.
Como parte de la iniciativa, se prevé que los hospitales participantes refuercen los techos y las ventanas para que no se dañen cuando haya huracanes. También se trabaja en que instalen tanques de agua para recolectar agua de lluvia para los servicios, la lavandería y el jardín, así como a que coloquen paneles solares, brinden accesibilidad para personas con discapacidad, utilicen bombillas LED que consumen menos energía y reemplacen los equipos de aire acondicionado por modelos más eficientes.
Para guiar a los administradores de salud hacia el logro de hospitales inteligentes, la OPS/OMS y un equipo de especialistas en salud pública, desastres, ingeniería, arquitectura, economía, energía y medio ambiente desarrollaron un kit de herramientas que incluye el Índice de Seguridad Hospitalaria (una herramienta de evaluación rápida para saber la probabilidad de que un establecimiento de salud continúe funcionando en casos de desastre), una herramienta de evaluación de línea de base (la que proveerá una guía sobre intervenciones que pueden reducir costos y mejorar el uso eficiente de recursos), una lista de verificación “verde” (para minimizar el impacto de las operaciones de los hospitales sobre el cambio climático) y una metodología de análisis de costo-beneficio para apoyar la toma de decisiones y promover la inversión más inteligente.
La fase inicial del Proyecto SMART tuvo lugar entre 2012 y 2014 en los hospitales Georgetown, en San Vicente y las Granadinas, y Pogson, en San Cristóbal y Nieves, los cuales mejoraron su seguridad estructural y redujeron el uso de energía y agua, entre otras cosas.
El Hospital Georgetown, en San Vicente y las Granadinas, es uno de los dos que participaron de la primera fase del proyecto SMART entre 2012 y 2014. Construido en la década de 1980, brinda actualmente atención a casi 10.000 personas.
Una evaluación inicial reveló que el techo tenía goteras que lo hacían susceptible a tormentas y vientos huracanados. Tampoco contaba con un sistema de almacenamiento de agua, y la plomería y el sistema de energía eran anticuados, lo que generaba pérdidas en energía e incrementos en los costos operativos. Además, no existía un suministro de energía de emergencia.
Al finalizar el proyecto, los cambios en el hospital incluyeron el arreglo del techo y la instalación de paneles solares y de un sistema de almacenamiento de agua, cambios en los sistemas de plomería y energía, y rampas para facilitar el acceso de personas con discapacidad. Asimismo, las condiciones de trabajo y el ambiente de atención mejoraron.
JPM