¿Por qué se debe evitar o prevenir el infarto al corazón?

El infarto es la necrosis – muerte-  de tejido vital provocado por la suspensión del suministro de sangre. Esta provee de nutrientes y oxigeno  a los tejidos de los órganos y sistema del cuerpo humano. La privación   del flujo o la corriente de sangre en un área específica, ejemplos, en pulmón, intestino, cerebro o riñón,  provoca el infarto de estos órganos, lo que consecuentemente  tendrá manifestaciones clínica relacionadas  con la función fisiológica o normal del órgano afectado.

Cuando el órgano afectado es el corazón, se produce el infarto al miocardio, cuyo evento provoca una sintomatológica clínica  dramática, que de activarse las medidas terapéuticas oportuna y adecuada, el evento puede ser superado y evitar el fallecimiento del paciente en el acto.

En el primero de los casos, el miocardio o musculo cardiaco inicia un proceso fisiológico con la intención de  compensar la función del área del corazón  infartada o necrosada. Es lo que en cardiología se denomina  remodelaje ventricular, cuya génesis  estará  enmarcada en uno de los dos ventrículos a cavidades del corazón donde ocurrió el evento.

Este proceso, de remodelaje ventricular, que en principio parece cumplir una función fisiológica, en cambio, según avanza el proceso termina siendo  con el paso inexorable del tiempo un elemento deletéreo para  la función cardiaca. Deterioro funcional  que tiene relación directamente proporcional con el porcentaje del tejido del musculo cardiaco infartado y la intensidad de cuadro clínico en el momento de presentarse el evento.

De tal modo que, el paciente que sufrió un infarto,  estará marcado para siempre en el discurrir cotidiano de su vida,  –calidad de vida-, así como también en la supervivencia, -tiempo de vida-  Es decir, el individuo que tuvo un ataque cardiaco consecuentemente tendrá una vida perturbada  y la posibilidad de fallecer  en un tiempo predictible. Criterios  avalados por muchos estudios

De modo, pues, que el ataque al corazón, además de ser la principal causa de mortalidad por causa cardiovascular en el planeta tierra, también es, una causa de muerte prematura en el adulto, tanto en sus presentaciones clínicas agudas como en la  crónica.

Es decir, que si el infarto no  causa la muerte en la fase aguda la causará, producto de las complicaciones subsecuentes, en la fase tardía. Por eso en la fase crónica existe una expectativa de mortalidad a un año  relacionadas con la presentación clínica del evento: grado I, 2 %, grado II,  de 5-15 %, grado III, de  40 % y grado  IV, > del 60 %.

Entonces, ante este panorama catastrófico para la vida y la salud de los seres humanos, es impostergable el inicio, por parte de la población y las personas individuales, de prácticas cotidianas que conduzcan a la prevención del infarto al miocardio. Es sencillo y económico: dietas saludables, ejercicios rutinarios, control de la presión arterial, mantener niveles normales de colesterol y glicemia-azúcar- en la sangre, uso moderado de bebidas alcohólica. No fumar.

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