¿Por qué fracasan las relaciones de parejas?
Una relación de pareja que no aprenda a contemplarse y a identificar los detalles en el servicio y el amor, corre mucho riesgo de fracasar.
Cuando hablo de contemplar, es porque la contemplación permite aislar el mundo de lo que se está contemplando, y uno mismo se aísla en el proceso, eso ayuda a ver lo que jamás uno vería en un ambiente normal, sin contemplación.
Cuando contemplamos, el alma, el espíritu y el cuerpo físico unen sus ojos y todos sus sentidos en lo que se contempla, así, podemos ver más allá de lo que cualquier otro podría ver fuera de ese proceso.
Es la forma en que aprendemos a conocer al otro, a ver sus necesidades, a captar todos los detalles y a obrar sirviendo con amor, en detalles que nunca nadie podría tener con esa persona.
Si no existe ese tipo de proceso en una relación, el amor inicial corre el riesgo de enfriarse y congelarse, en su lugar echan raíces y crecen las actitudes egoístas y destructivas.
Contemplando a la persona con quien decidiste compartir tu vida, puedes descubrir sus maravillas, que quizás ni esa misma persona conoce de sí, pero también puedes conocer sus debilidades e imperfecciones, sus puntos oscuros.
Sin embargo, ese proceso te une más a esa persona, porque entonces aprendes a amarla con sus maravillas, sus virtudes y sus defectos, y con tu amor, sin darte cuenta, ayudas a neutralizar esas debilidades y defectos de la persona amada.
Además, en medio de la contemplación de la persona amada, te miras en ella, como un espejo, y te descubres a ti mismo, como realmente eres, y te preguntas: ¿Cómo esa persona puede amarme con estos defectos que tengo? Y ese amor te impulsa a cambiar y ser mejor.
No permitan que el amor se enfríe ni se congele, aprendan a contemplarse uno al otro, descúbranse mutuamente, pero no para juzgarse, reprocharse o llenarse de culpa, sino para entregarse en el servicio, en los detalles y en el amor, ese que ilumina y nos hace grande en la humildad.
Cuanto antes aprendan el arte de contemplarse, mejor.