¡Por favor, di algo Danilo!
Por no precisar el número de veces, podemos afirmar que en más de una ocasión, en Nueva York, hemos oídos a dominicanos manifestar el morboso deseo de que los familiares del presidente Danilo Medina debieran ser víctimas de la delincuencia para que, de algún modo, el presidente se pronuncie sobre el flagelo.
(Queremos dejar constancia de que teníamos montado y en ristre este artículo, antes de rumores recientes de que “una de las hijas del mandatario habría sido víctima de una agresión callejera”. El director General de Comunicaciones, Roberto Rodríguez Marchena, twiteó negando la especie).
Correspondiéndonos con el encabezado de este artículo debemos señalar que no han sido desaprensivos sino equilibrados y prudentes residentes y ciudadanos de esta urbe, quienes han manifestado su aprensión de retornar a República Dominicana, debido al incremento de la delincuencia en sus diversas modalidades.
En verdad, esa reacción del exterior ante la delincuencia que azota a los dominicanos nos ha inquietado. Debido a nuestra debilidad de solidaridad generacional al conocer desde hace tiempo a la esposa del mandatario, no nos gustaría, aunque podría resultar imposible, que uno de los familiares de Cándida Montilla, sea atracado o agredido por delincuentes.
Sin embargo, por asuntos de coherencia ideológica, entendemos que los neoyorquinos que se expresan de esa manera, tienen motivaciones que nos resulta imposible objetar. Esto, aun considerando estas manifestaciones extremistas.
Si ya Danilo obtuvo la votación de un 62 % a que aspiraba; con todo y la inequidad social y actos de corrupción de algunos funcionarios logró mantenerse en el poder y el pueblo dominicano ha mostrado ser uno adherido a formas y estilos presidencialistas, aunque todo más o menos siga igual, nos preguntamos: ¿Cuál es el temor del mandatario en cuanto a pronunciarse enérgicamente contra la delincuencia, esta vez la callejera?
Tal vez como dicen algunos, sólo le interesa mantenerse en el poder y que el diablo se lleve al demonio, y al mismo pueblo dominicano. Es muy posible que Medina sea un presidente más que se limite a aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
Porque construir planteles escolares y continuar con las visitas sorpresas no requiere de ningún talento e ingenio político, sobre todo para un gobierno que, al margen de los años que tiene en el poder, es el que ha manejado más recursos económicos.
Es muy posible que el mandatario entienda que al pueblo dominicano se le enreda con poca cosa, para lo que no es necesario voluntad política ni ningún tipo de luz intelectiva. Hablar de detener la delincuencia requiere de una ingente estrategia política que rebasa lo simplemente reactivo. Es decir, trazar una certera cartografía del crimen y barrer con los focos de delincuencia, implica una ingente tarea política en varios puntos nodales.
También es posible que entienda que de pronunciarse y establecer un certero plan que acabe con la delincuencia (en este caso no hablamos de la de arriba), lo haría trastabillar políticamente, y caer en lo ridículo de las incompetencias. Pero con todo y eso, basta con que Danilo diga algo para que el pueblo, por lo menos, tome un analgésico.
En resumidas cuentas, los daños que causan la delincuencia no pueden ser solucionados con la simple expresión de “inaceptable” con la que Danilo Medina al asumir el poder esperanzó a ingenuos dominicanos que, aunque luzcan politizados, todavía no conocen de las artimañas convenencieras de algunos políticos.
jpm
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