Plutocracia y sistema de gobierno

Plutocracia (del griego ploutos, “riqueza” y kratos “gobierno”) es un sistema de gobierno en el cual el poder lo manifiestan quienes ostentan las fuentes de riqueza. En la plutocracia la riqueza es la base primordial del poder.

Se circunscribe como un tipo de oligarquía en su visión clásica promovida por las experiencias en algunas ciudades griegas y ciudades-estados de Italia medieval (Génova, Venecia y Florencia).

No debe confundirse la plutocracia con sistemas donde la actuación de la ciudadanía es sujetada a una fortuna mínima, atañendo en hecho un aparente interés para la colectividad, por ejemplo, los sufragios censitarios que exigen una gabela mínima a las finanzas públicas (censo).

Estos sistemas no son plutocráticos, porque las cargas no pasan a impulsar un partido. Para que la plutocracia sea material el carácter es dable que incumba, aunque no de forma exclusiva, con el rancio modelo de perfil de origen iusprivatista:   El perfil atiende singularmente a aquellos que le apuntalaron, no ateniéndose al precepto de la voluntad general.

Se halla la contingencia de que el representante sea inválido en cualquier momento por voluntad de sus mandantes. ·Coexiste el compromiso del representante ante aquellos que le apoyaron, con obligación de rendir cuentas de su gestión.  El carácter circunscrito y explicito de las potestades de los que sitúa el gobernante estará subordinado a preceptos vinculantes de sus mandantes.

Se trata de un tipo de mandato dominante y vinculante que instituye un vínculo de unión contigua entre mandante y mandatario.   Esta estructura suele surgir en los sistemas de gobierno en que los que ostentan el poder politico y legislativo son establecidos por el poder económico.  El alto precio de las campañas políticas en las democracias eternamente ha condicionado una muralla de entrada al poder, un perfil de plutocracia controlado por una escasa minoría de votantes.

En la democracia ateniense, algunos cargos públicos eran establecidos de forma casual a los ciudadanos para prohibir los efectos de la plutocracia.  Entre el 133 a. C y el 123 a. C. los Gracos realizaron una cruel revolución contra la plutocracia de Roma.

La democracia moderna puede ser también vista como un sainete indecente utilizado para obviar la sacudida de las masas ante a los abusos de poder o inclusive como fustigadora de dicha convulsión en beneficio propio.  Asimismo puede consolar a los candidatos a efectuar clientelismo politico, prometiendo leyes favorables si resultan elegidos.

El control de los medios de comunicación por parte de unos pocos puede acarrear a una dislocación más concreta del proceso electoral, de manera que los medios son un elemento capital en unas elecciones.  Algunos grupos sustentan que la crítica a las circunstancias del tiempo o a una agenda específica desarrolla a ser encubierta a través de grupos mediáticos para de este modo salvaguardar sus propios intereses.

Los partidarios objetan que la libertad de expresión hace posible tanto para las clases productivas como para las sin ánimo de lucro lidiar estas cuestiones.  Arguyen que la protección mediática en las democracias meramente fulgura las distinciones del público, y no presume reprensión.

Marxistas, socialistas y anarquistas sustentan que las democracias liberales son parte integrante del régimen capitalista, amén de que se basan en la división en clases sociales y no son absolutamente democráticas o participativas.

Es una democracia burguesa donde sólo los más poderosos disponen. A causa de esto es tomada como un sistema desigual que marcha de modo que proporciona la explotación económica. Contrario a ello, para Vilfredo Pareto la plutocracia dominante no es tanto el gobierno de los hombres de negocios como el gobierno de los políticos expoliadores que apelan al poder público para su provecho personal.

Si la minoría despótica en verdad es un agregado de grupos cuyos intereses por instantes divergen, la idoneidad política puede en ciertas ocurrencias provocar a los líderes a inquirir el apoyo de la mayoría originando los intereses de ésta. Pero una representación habitual de plutocracia hoy día podría revelarse causada por la inversión anómala de partidos.

Ésta puede inducir que en una partidocracia o democracia, junto del poder estatal se establezca un holding empresarial o real que, tras costear partidos y medios de comunicación, constriña a efectuar un clientelismo politico, la mayoría de las veces por razón de una legislación favoritista.

Según el repertorio norteamericano existe en la subvención de partidos hay un donaire tocante e substancial en cuanto al tipo de dinero utilizado. Por un lado el “dinero duro” (hard Money), los fondos resultantes de tributos regulados por la Ley Federal de Campañas Electorales (Federal Election Champaign Act) que instituye términos a los subsidios que pueden hacer los individuos, los partidos políticos y los Comité de Acción Política (Political Action Comitees o Pacs), que son estructuras constituidas concretamente para recolectar fondos reservados a las campañas.

Las agrupaciones y los sindicatos no pueden hacer contribuciones directas a los candidatos pero pueden organizar Comités que recaudan contribuciones de sus empleados o asociados.  Si bien lo que un Comité de Acción Política puede darle a un candidato de un modo directo para su elección suele estar circunscrito pero estos Comités pueden gastar una cantidad ilimitada de dinero en aportes que no van directamente al candidato pero se invierten en campañas que respaldan en pro o en contra de determinados candidatos.

El financiamiento irregular de partidos es la vía más común en la actualidad para la aparición de plutocracias. Por otro lado, el “dinero blando” (soft Money), que proviene de contribuciones que no están reguladas por la mencionada ley.   No hay límite para las contribuciones que cualquier institución puede hacer al Comité Nacional de un partido politico.

Si bien, teóricamente, este dinero no puede ser empleado para inducir a la ciudadanía a votar a favor o en contra de determinado candidato, los partidos políticos eluden de un modo muy sencillo esta restricción con organizaciones publicitarias que evitan esmeradamente frases tales como “Vote a” o “No vote por…”, realizando demagogia.

En fin, hay una categoría adicional de dinero politico masivo que es aportado por instituciones tales como, por ejemplo, las ONG, y que gastan en publicidad específica sobre temas puntuales. Se critican arguyendo que incurren en la ficción de suponer que estas campañas no promueven directamente una determinada candidatura sino cualquier politico, con tan sólo posicionar su discurso en línea con el tema publicitado, beneficiándose directamente de la promoción.

De ahí que cada día es más notorio, el lavado de dinero y la contribución de dinero de drogas, en campañas políticas. Para evitar que la financiación de partidos se convierta en un puente entre democracia y plutocracia se necesita de una ley fuerte de financiación o ley de partidos, adecuada y fuerte, que impida que el poder de éstos no acabe recayendo en aquellos que los financian.

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