PLD y la luz al final del túnel

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EL AUTOR es médico. Reside en Santo Domingo.

Por HECTOR MONTERO

 

 

Nadie puede negar que la lucha interna del Partido de la Liberación Dominicana ha llegado a un punto en que cualquier solución o salida provisional, tendrá que ser sobre la base de que ambos grupos que participan en el escabroso proceso de lucha, releguen los planes actuales de controlar hegemónicamente  la dirección del partido y renuncien a una importante fracción  del poder.

La salida provisional es posible porque la resquebrajadura que afecta a la organización no obedece a diferencias ideológicas, ni tácticas, ni estratégicas, sino a intereses  grupales  que buscan no solo el control del partido, sino además el dominio de los órganos legislativo y judicial, y los cargos de la administración pública.

A pesar de que las diferencias no son antagónicas, la guerra mediática, los movimientos tácticos en toda la geografía nacional y el deseo enfermizo de aplastarse mutuamente, están colocando a la organización en una peligrosa pendiente enjabonada que terminará en un precipicio que solo augura la pérdida segura del poder y el inicio de un escabroso proceso de retaliación que tratara por todos los medios de destruir la poderosa estructura económica, política y militar organizada por el PLD en su dilatado ejercicio del poder.

La polémica tiene su inicio en la reelección de Leonel Fernández en las elecciones del 2008 y en las expresiones de Danilo Medina que se quejó amargamente de que el Estado lo derrotó, en referencia a la lucha interna librada en el proceso de selección del candidato presidencial, en el cual fue derrotado por 72 a 28%. Sin embargo hay que apuntar que no hubo ningún tipo de acoso contra Danilo y sus seguidores en el periodo 2008 – 2012.

La realidad fue diferente cuando Danilo Medina asume el control del gobierno para el periodo actual. Desde el inicio Leonel Fernández Reyna se ha enfrentado a un acoso constante caracterizado por manifestaciones frente a Funglode, Juicios populares en todo el país, manifestaciones de protestas en todos los actos públicos donde se presenta, hasta algunas pedreas en sus visitas a sus partidarios en Nueva York. La acusación es común a lo largo y ancho del proceso: corrupción.

Este proceso de acoso llegó a extremos inaceptables con la entrada en escena del capo mafioso Quirino Ernesto Paulino Castillo y su acusación de que Leonel Fernández le tomo prestado 200 millones de pesos para su campaña presidencial del 2008, olvidando que fue el gobierno presidido por el Señor Fernández que  lo detuvo y lo extraditó a los Estados Unidos donde fue juzgado y condenado.

Nadie en su sano juicio puede acusar a Danilo Medina de ser parte de estas manifestaciones y denuncias que terminaron disminuyendo el liderazgo de Leonel Fernández que en la actualidad tiene una altísima tasa de rechazo que lo invalidan como candidato para el próximo certamen electoral. Pero todo el proceso termina eliminando a Leonel como el único escollo a vencer para los reeleccionista.

Como convencer entonces a Leonel Fernández de la inocencia del otro sector?

La suerte está echada. El enfrentamiento ha llegado a un punto muerto. Leonel Fernández tiene una tasa de rechazo que lo invalida como probable candidato con posibilidades mínimas de triunfar, pero cuenta con una fracción de diputados y senadores sin los cuales cualquier reforma constitucional es imposible.

El PLD necesita mantenerse en el poder y la mejor carta de triunfo la constituye Danilo Medina, quien requiere del grupo disidente para ganar unas elecciones donde es manifiesta la debilidad de la oposición.

La salida posible es que el partido en su conjunto apoye la repostulación de Danilo Medina y se aboque a reformar la constitución, única barrera que impide la candidatura del actual presidente. Desde luego el grupo reeleccionista debe garantizar que los actuales senadores y diputados que los enfrentan, aseguren sus curules y que en la reforma constitucional se coloquen bloqueos legales consistentes  que impidan una nueva repostulacion de Danilo Medina para el periodo 2016 – 2020.

La negociación para reconstruir la unidad dejara un sabor amargo en ambos grupos, pero garantizara la conservación del poder por cuatro años más. 

 

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