Plazos y plazas

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EL AUTOR es profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

Por EDWARD VERAS

 

Desde finales del año pasado el ciudadano presidente advirtió sobre la existencia de plazos fatales para optar por un segundo mandato a partir del año próximo. Con ello alertó a todo su entorno de tomar el tema reeleccionista a una voz, logrando lo que hasta ahora es parte de la historia reciente. 

De igual forma, debemos entender que existen límites de tiempo para definir estructuras de campaña, armar bloques de candidaturas, unificar criterios de estrategia y propaganda, designar personalidades para encarar temas nacionales, etc. 

El partido en el gobierno tiene ese problema parcialmente resuelto. El presidente y todo su gabinete se encuentra accionando como un real comando de campaña.

Los pactos internos y a lo externo de ese partido, definen desde ya los bloques congresuales y parcialmente los paquetes municipales, focalizando en escasos lugares los enfrentamientos entre dirigentes que aspiran a una misma posición. La disidencia dentro del partido de gobierno ha generado algunos conflictos en Santiago, Santo Domingo, Distrito Nacional y San Cristóbal, nada extraño si se juega el control de los principales controles municipales y sus altos presupuestos.

Contrario al gobierno, capaz de resolver cualquier vicisitud con la firma del presidente, la oposición se encuentra entrampada en su propia democracia interna. La falta de fe de la dirigencia media en una eventual victoria de su candidato principal, los ha llevado a la conclusión de que todos y cada uno deben estar inscritos en la boleta, como única forma de salir favorecidos individualmente en los cambios de poderes en agosto del 2016.

La oposición no logra comprender que cada candidato a senador es un general al frente de un batallón, que debe librar la lucha propia y la del conjunto. Bien se recuerda la propaganda senatorial de la contienda del 2010, donde los oficialistas de la cámara alta se vendieron desde un principio como ganadores del proceso. Los resultados están ahí a la vista de todos. Ya este año preelectoral “dobló la curvita de la Paraguay” y la población aún desconoce la propuesta alternativa para combatir a los actuales gestores congresuales y municipales.

El gobierno dominicano se encuentra a la defensiva, contra la escasa opinión pública y acciones de redes sociales generadoras de heridas incurables por sus fallas en actos de corrupción, mal uso de recursos, abusos de poder, inseguridad ciudadana, falta de control del desayuno escolar, ineficiencia de la gestión del presidente en las visitas sorpresas y otros temas, más sin embargo, los opositores no logran traducir esas pifias en términos de simpatía. Esos plazos resultan ser impostergables para quien no cuenta con recursos y aun los números no les favorecen.

La gran causa de esa descoordinación radica en las apetencias de grupos, subgrupos y grupúsculos, en las entrañas del moderno partido, pero pregonando prácticas añejas del quehacer político, que datan de la era de los “bolos pata blanca” y los “bolos pata prieta” de principios de siglo XX. Prácticas tan aborrecibles, como las de coexistir entre el entramado de principalía del grupo opositor y las entrañas estomacales del presupuesto nacional en manos de funcionarios que pretenden y logran callar la temática opositora fundamental.

Los plazos se vencen. Ningún precandidato quiere invertir tiempo y recursos sin una definición estricta de su candidatura. Eso restringe la masa política operativa a su alrededor y como es natural, el vuelco accionario hacia la figura principal del candidato presidencial. Contadas plazas posee la oposición con candidaturas resueltas, las mismas con baja votación como Azua, El Seibo, Espaillat, Ma. T. Sánchez, etc. que no definen las máximas aspiraciones.

Las 5 principales plazas electorales del país aún se encuentran inciertas. La oposición necesita del liderazgo nacional que se ocupe de desalojar al gobierno de esas curules, tal que puedan vencer la acción del presupuesto sobre los cinturones de pobreza que sacian su hambre los días previos al escrutinio de mayo. En algunas actividades políticas, se vislumbra al candidato opositor, cabalgando solitario, sin verdaderos líderes locales que le acompañen, pero sí con una masa de corazones latentes aún, que cifran la esperanza de un cambio real.

San Cristóbal y La Vega, ambas suman casi el 8% de la población votante. Allí la oposición se ve desarticulada ante la popularidad de los líderes locales oficiales. En la plaza de Santiago no se cuenta con una estructura sólida de trabajo para derrotar al equipo en el poder, forzando a la oposición a gestar una obligada fórmula extra partidaria tanto en la alcaldía principal, como la senaduría.

En el Distrito Nacional se muestra una condición muy particular. Las diferencias internas en el partido de gobierno, reflejan un evidente debilitamiento a cuentas del enfrentamiento entre las huestes gubernamentales y el avasallamiento de la mayor fuerza municipal del país. Recientes mediciones relatan que la falta de estrategia de los morados, estarían cediendo la alcaldía del Distrito a la oposición, recreando una crisis similar a la del otrora partido blanco en el año 2002.

Por su parte, las rebatiñas intestinas en el partido opositor no logran ver la ventaja de este escenario. Aún la vieja dirigencia heredada del antiguo partido, desoye las voces sociales de la multifacética ciudad capital que pide con énfasis y real algarabía, colocar sus oídos en su ruidoso corazón. La población capitalina exige de los blanquiazules caras nuevas y mejoradas formas de hacer política.

La provincia de Santo Domingo, con su cuarta parte de la población, posee gran parentesco electoral con su antiguo componente Distrito Nacional y dado el hecho del desplazamiento diario de los pobladores de la misma hacia los grandes focos laborales en el casco urbano. Los grandes ayuntamientos todavía en manos del antiguo partido, debilitan la estructura opositora.

Algunos dirigentes aún desconocen las implicaciones de la ruptura. Resulta gracioso y de otra forma hasta emotivo ver a un ciudadano de edad avanzada, hondear una bandera blanca con jacho al centro en animo de apoyar la caminata o caravana de los actuales opositores, manteniendo el dedo pulgar en alto y diferenciándose solo con una “M” de sus antiguos compañeros.

Desde la creación de la “provincia” como comúnmente se le llama, el presupuesto general de la nación es el factor importante que ha permitido colocar figuras al frente de la posición senatorial de ese gigante sin cabeza, otorgando esa curul a figuras sin liderazgo, sin personalidad y sin trascendencia en la vida nacional, dejando los controles municipales a uno que otro cacique local y su grupo de presupuestófagos. La reciente redistribución de escaños echa por la Junta Central Electoral, asignarían ocho diputados adicionales a la agrupación que encabece la boleta congresual en esa plaza.

Esta consideración abre el paso a una participación del liderazgo nacional, integrado o aún no a la oposición para optar por esa plaza de la alta cámara, que de una forma u otra, aliviaría la forzosa campaña mano a mano que realiza en esa demarcación el candidato opositor. Esos líderes, deben analizar la historia y recrear las situaciones de 1982 y 1998, cuando el líder que pregonan, arriesgó su faja y hasta su propia vida en pos de mantener el control político electoral de tan importante demarcación.


Asumir ese compromiso de trascendencia numérica, otorgaría una condición sin precedentes a quien lo ostente. Seria esta la catapulta perfecta para gestionar una verdadera vocación de líneas de masas, recuperando terreno perdido y desde ahí, presentar una verdadera propuesta programática social hacia una real transición democrática en todo el país, más allá del 2016.

 

edwardverasdiaz@gmail.com

 

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