Perfeccionar el Estado o cambiar el sistema ?

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El autor es abogado y regidor. Reside en La Vega.

Las sociedades se van construyendo bajo el acogimiento general de principios y valores que moldean el accionar de un conglomerado, permitiendo la convivencia armónica de cada uno de sus integrantes, quienes, en aceptación de normas positivadas, evolucionan al concepto de Estado.

Llegar a la consideración de Estado en su etapa embrionaria o siendo ya un producto aceptado por sus conciudadanos y por otras naciones, envuelve un proceso de maduración de sus instituciones, asimilación del poder coercitivo del Estado, pero, sobre todo, se identifican con la forma de elección y trasmisión de ese mismo poder.

El Estado como tal, en toda la historia de la humanidad se va construyendo y perfeccionando en la medida en que gobernantes, gobernados o súbditos lo abordan como lugar de convivencia fraterna, de seguridad, prosperidad y espacio donde se podría, emocionalmente, construir una familia.

Se podría decir que la descripción de un estado idílico, donde prime la paz, la justicia social con su consecuente distribución equitativa de la riqueza para todos, ha sido harto demostrado que es, prácticamente, en lo terrenal inalcanzable, sueño utópico de quienes caminan cada día hacía un estado humanamente justo.

Sin embargo, es bien sabido que aquellos estados que, desde su origen, sin importar el tamaño de su territorio, han proyectado la educación de sus ciudadanos como meta prioritaria a alcanzar a mediano y largo plazo, son los que han cosechado un estadio de Salud, bienestar y bonanza económica demostrable y sostenida en el tiempo.

Una vez alcanzada la educación, como era de esperarse, se adquiere una ciudadanía mejor formada, más empoderada de los problemas que les afectan individualmente y defensora a ultranza de las violaciones que laceran los cimientos de su nación.

Reaccionan cívicamente, reclaman en los organismos correspondientes o en su defecto protestan consciente, cuando las puertas de la justicia son cerradas por el poder omnímodo de una casta o por la degenerada e impuesta continuidad de un tirano.

Un estado como ese, humanamente alcanzable, es al que aspira una parte importante de la sociedad dominicana, sector informado que no busca trastocar el estado per se, sino su perfección, ni busca por odios o resentimientos destruir lo bien logrado, aun provenga del estado injusto que hoy tenemos.

Más bien, reclama que se revise el accionar de una parte insaciable de la oligarquía de este país, que abusa, que  hace y deshace, viviendo de generación en generación, en un paraíso insensible de desfalco, corrupción y negocios sucios, cobijados en un estado de «derecho» que es su creación y cómplice por antonomasia.

Una versión de Estado degradada como la nuestra, aunado a la patológica ambición exacerbada que impera en este tiempo, ha de provocar, no muy tarde, si no se transforma el corazón de los que desgobiernan, una implosión social atómica y en cadena, que se habrá de convertir, para esos verdugos, ¡¡¡en el más ardiente y abrazador de los infiernos…anótenlo!!!

jpm-am

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