Para algo sirven las redes
Ingresar a una red social, a ese complejo entramado virtual en el que tenemos tantos amigos, difíciles de justificar en la vida real, implica aceptar un paquete cargado de los más variopintos elementos.
Como los “buzos” que después de hurgar en la basura ajena, en la de la clase pudiente, por supuesto, van por su barrio a mercadear lo conseguido, en una red encontramos de todo y podemos tener una visión de cómo son todos, por lo que publican, por lo que responden.
Así, gente conocida nos muestra sus facetas más completas en una fotografía, en un comentario, al reproducir imágenes colgadas por otros. A veces solo reafirmamos el concepto ya elaborado. En ocasiones nos sorprenderemos de forma agradable o no.
Es raro que en ese ejercicio de libertad, las personas no sean autenticas, sus excepciones las habrá, claro, pero tener un espacio propio en el que pueden desarrollar sus ideas, mostrar al mundo lo que tienen, lo que quieren, les permite ser.
Repito, de todo, de todo encontramos en esos espacios, tan cargados, tan imprescindibles para algunos, tan indiferentes para otros y llenos de trivialidades para unos más. Pero ahí están con sus puntos a favor y en contra.
Pero si el uso que le dan algunos irrita, molesta, ese inconveniente es superado con creces por otros placeres como las informaciones relevantes, los recuerdos gratos.
Y sobre todo y más que todo, la posibilidad que brindan de hallar amigos de los que nos hemos alejado por largo tiempo y cuyo rastro sería difícil encontrar. Cuando ocurre entonces los momentos vividos, las locuras, los planes nos golpean en forma de lágrimas.
JPM