OPINION: Una Europa a dos velocidades

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El autor es periodista. Reside en Madrid

Las concepciones especiales que el Consejo Europeo dio a Londres evidencian que el proyecto europeo está muy lejos de constituirse. David Camerón logró que los veintiochos países les permitan discriminar a los trabajadores comunitarios por su pasaporte y más que eso, limitar las prestaciones sociales y laborares a siete años.
A cambio en primer ministro británico se comprometió a trabajar y hacer política a favor del sí en el referéndum que su país realizará el 23 junio próximo para decidir su permanecía en la Unión Europea. Camerón llegó a la última reunión del Consejo Europeo con una carpeta llena de exigencias a modo de chantaje y tras lograr que los principales líderes les apoyaran y a pesar de la oposición de los países del Este, salió de la misma con un discurso totalmente europeísta y convencido del proyecto común. Qué barbaridad!
Lo extraño del asunto es que jefes de Estado, presidentes y primeros ministros de importantes y emblemáticos países como Francia, Italia, Alemania y España, no estuvieron a la altura de las circunstancia. Por ejemplo, Mariano Rajoy ni tomó la palabra. Dicen que aunque estuvo presente, su mente estaba en la cuestión interna española que lo tiene al frente de un gobierno en funciones.
En tanto que Ángela Melker consideró el acuerdo de favor a Londres, como justo por el momento migratorio que vive el mundo y entiende que aunque Europa es un proyecto común en lo económico y político, no lo es en lo social. Particularmente creo que ese criterio de la canciller alemán es un disparate.
Por su parte el primer ministro de Italia Matteo Renzi defendió la cuestión económica y financiera y minimizó el devastador efecto migratorio del trato especial a Reino Unido.
Presidente del Consejo Europeo (CE) Donals Tusk lo justifica argumentando que estamos en tiempos excepcionales en materia migratoria y aspectos paleolíticos, sin embargo el presidente de la Comisión Europea (gobierno comunitario) Jean -Claude Junker no fue tan optimista y admitió que este paso de permitir al Reino Unido discriminar en frontera a los trabajadores por el origen de su pasaporte, podría ser el principio de una erupción social en la Unión.
Como radar político entendemos que el Parlamento europeo con sede en Estrasburgo debe desautorizar esa medida, ya que la misma rompe con el criterio de unidad e igualdad que debe existir entre todos los estados miembros que da vida al proyecto Unión.
Esta medida es la evidencia más elocuente de que la Unión Europea gira y camina por lo menos a dos velocidades, pues desde hace mucho tiempo Reino Unido goza de privilegios exclusivos como el “Cheque Británico” una medida también excepcional que obliga a la Comisión Europea a devolver una parte significativa de las aportaciones que realiza el país al Fondo de Cohesión cada año, un dinero que debe ir según el tratado que rige a la unión, como ayuda a modo de subvenciones a los países más débiles, hasta que logren un pleno desarrollo.
Esta ambivalencia de los líderes europeos, fue lo que permitió el aborto en el 2007 del proyecto de nación que buscaba dotar a la misma de una Constitución Europea y dejar atrás la firma de los tratados. De haberse logrado aquello, hoy la Unión Europea tendría un Ministro de Exteriores y no un Alto Representante, figura que carece de la autoridad y el reconocimiento institucional a acorde con los tratados y leyes internacionales que rigen las relaciones entre los países.
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