Titiriteros
Los titiriteros, que azuzan el morbo y motivan la bullanguería mediática, beligerantemente opositora, se muestran cada vez más cegados por la ambición, por las ansias de poder, al punto que parecen haber perdido la razón, la prudencia, el sentido común.
Así anda el país:
- •Los grupos ‘sociales’ se ven cada vez más desafiantes, más intolerantes, más incontenibles. Y ahora ‘reforzados’ por grupos del beligerante Falpo.
- •El morbo alimentado por fuerzas de poder, que medran en las sombras, pareciera haberse adueñado del país y no acepta otros culpables de corrupción que los favoritos del oficialismo, que han idealizado y fichado.
- •La ‘caída’ de Diandino la celebran como un ‘triunfo’, aunque ‘a medias’.
- •Quieren sangre, que las cabezas rueden por la arena.
- •Que además de la degradación moral, haya estadía en Najayo o La Victoria.
- •No importa la máxima mundial, y constitucional local, de que ‘toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario’. O sea, que las acusaciones hay que probarlas.
- •Lo que se quiere es que el ‘pan y circo’ tenga nombres, y sonoros. No los míos, sino los tuyos. Y eso debe ‘quedar claro’. Porque los ‘tuyos’ son corruptos y ladrones. Los ‘míos’ son ‘chivos expiatorios’.
- •De eso se trata: la perversidad es la ajena. La mía es ‘calumnia’.
- •Esa bullanguería mediática, hostil al Gobierno y al partido oficial, ha repartido ‘carne de presa’ fresca y abundante y goza del ‘poder’ que se sienten ganado. Se regodea de las ‘filtraciones’, de sus hipótesis y la ‘efectividad’ de sus presiones.
- •Se jactan de la perversidad de distribuir ‘listas’ -del tamaño que usted la quiera, de ocho, de nueve, de 12, de 14 y hasta de 26- que se asegura son llegada de Brasil y que los nombres en la misma son la deshonra de la sociedad, los culpables de la corrupción nacional. Los whatsApp están llenos de mensajes ‘confidenciales’ con el contenido de los ‘listados’.
- •La bullanguería mediática ha logrado socavar las bases del partido oficial, y por tanto del Gobierno, presentando el escenario de pugna intestina y de una colectividad a la que hay que ‘barrer’ de los estamentos de poder.
Es imperativo, obligatorio, que hayan acciones firmes y contundentes de la autoridad a la que la mayoría del pueblo puso en sus manos la conducción del Estado. No se puede seguir permitiendo que los que se escoden en las sombras, con ropaje de circo, sigan azuzando la calle, promoviendo la desconfianza interna, acusando y desmoralizando a todos con el propósito claro de destruir el Estado. Acciones, claro, no tan torpes como las del caso de Moca o de la bombada frente al edificio de la Procuraduría.
Esos perversos titiriteros, frustrados por no haber saciado sus ambiciones de poder y que todos conocemos, deben ser apartados de la sociedad.
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