Sin participación no hay democracia

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El autor es periodista. Reside en Estados Unidos.

Si lo definimos desde un punto de vista objetivo “participar”, es un recurso que requiere de plebiscitos democráticos, donde se permita al conglomerado humano tomar decisiones conjuntas en los proyectos administrativos del Estado, sin atajos, censuras, chantajes, amenazas, egoísmo, integridad, parcialización, amiguismo, partidarismo y salarios acordes con las recaudaciones, renglones que en orden de prioridad no son cumplidos por el gobierno dominicano ni en su mínima expresión.

Es un requerimiento constitutivo de las instituciones, las cuales tienen la obligación de promover, cumplir y hacer cumplir la democracia participativa, porque así lo establecen las leyes, para que los dominicanos obtengan mayor participación en la toma de decisiones, porque directa e indirectamente, el poder se ejerce a través de lo que podríamos denominar democracia unidireccional, no así poli direccional, o sea, sólo a merced de los intereses del presidente y sus funcionarios.

Fueron luchas intestinas las que desarrollaron diversas organizaciones en el  marco de la campaña proselitista que promovía la candidatura presidencial de Danilo Medina en el 2012, en demanda del 4% del Producto Interno Bruto (PIB), para la educación, porcentaje significativo desde la óptica de que, “la educación es fundamental para el desarrollo de los pueblos”, sin embargo, el porcentaje no se visualiza positivo, ya que de acuerdo con las estadísticas de UNESCO “la tasa de analfabetismo en niños y niñas de 6 a 14 años, es de 14.7% y la de adultos de 15 años y más, es de 12.8%,  que en valores absolutos estos datos se traducen en 254,238 niños y niñas y 851,396 adultos analfabetos”.

Por ejemplo, Cuba dispone de la tasa de analfabetismo más baja y de escolarización más alta de América Latina, muestra fehaciente de que el gobierno valoriza el esfuerzo y la preparación académica no centralizada en grandes estructuras, con una inversión anual de un 12,9% del Producto Interno Bruto, en contraposición del gobierno dominicano que ha invertido sumas millonarias para reducir el analfabetismo y ni siquiera el Programa Quisqueya Aprende Contigo le ha dado resultado, porque un alto porcentaje del presupuesto destinado para esos fines se queda en manos de sus funcionarios.

Además de ser civilista, la democracia íntegra requiere de inversión; y a la vez, de participación conjunta, donde podamos congregarnos para salvaguardar los bienes del estado y administrar con ética las instituciones, sin soslayar en los errores de la corrupción para apoderarse de los bienes que son destinados a la mejora continua de los servicios hospitalarios, estructuras carentes de medicamentos, equipos y; sobre todo, profesionales con visión. Hoy día es mejor dejarse morir antes que albergar una sala en los hospitales dominicanos, los cuales son cementerios de seres vivientes, carentes de solidaridad, mientras organizaciones aglutinadas por profesionales de la salud, también reclaman el 4% para los hospitales públicos.

No puede haber democracia participativa en nuestro país cuando carecemos de energía eléctrica, agua potable, inversión en el campo y los legisladores deciden y aprueban leyes sin empoderar a los miembros del estado, el pueblo mismo, además de apoderarse de millones de pesos y distribuir propiedades entre seguidores de la partidocracia representativa que generalmente se enrola en los partidos para realizar negociaciones fraudulentas.

La corrupción es la que descompone el sentir de la democracia participativa y representativa en los partidos políticos dominicanos, quienes a través de sus líderes, también influyen en el empresariado para que sean sus aliados, a fin de recibir apoyo cuando se trata de distorsionar el manejo de las instituciones públicas, razón por la cual no existen visos para que se generen cambios en la administración pública, porque cada cuatro años surge un gobierno enquistado en los partidos tradicionales que consideran el estado como un patrimonio de su propiedad.

El PLD es reincidente en el engaño. Mediáticamente promueven el pensamiento de Juan Bosch, fraguando su campaña en la democracia participativa, sin embargo, al llegar al gobierno han fundamentado el gobierno en la partidocracia, porque en vez de gobernar para consolidar el orden, reducir la delincuencia, romper el cerco de la corrupción y favorecer el bien común, buscan escalar posiciones, controlar a la sociedad y servir a sus intereses.

 

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mike
mike
8 Años hace

yo personalmente no votare por que como usted dice no creo en nuestra democracia …danilo por quien vote en la ultima elecione me a defraudado…nunca pense que el hiba ser como es …..simplemente el gobierno mas corrupto que hemos tenido y meno preparado por emcima de hipolito …….zero democracia tenemos……