¿Puede RD asumir responsabilidades de salud de dos países sin naufragar su sistema?

 

Cuando se compara el presupuesto  de salud de la República Dominicana con el entorno de los países de América latina se llega fatalmente a la conclusión de que a ojos vistas tenemos uno de los Presupuesto más bajos del continente en comparación con las proporciones del PIB;   llega a duras penas 2% , conforme a los datos del PNUD. Esta realidad ha sido mitigada por la implantación de la seguridad social a partir del 2007, creando las coberturas universales de salud para los trabajadores, para los grupos subsidiados y para los incorporados por cuenta propia. Las coberturas que se han logrado resultan completamente insuficientes, porque incorporan sólo al 40% de la población. Todos los diagnósticos económicos que se han elaborado posteriormente en el Informe Attali (2010)   y en los informes de la OMS/OPS nos plantean que nuestro sistema sanitario  resulta rotundamente insuficiente.

Se pone de relieve que la calidad de los servicios es mala, que resurgen enfermedades que, en otros tiempos, se habían mantenido a raya, tales como la malaria, la tuberculosis, las difterias. Que, aun cuando el 98% de las mujeres dan a luz en los hospitales, la mortalidad materna sigue manteniéndose en niveles muy altos. Que, aun cuando, tenemos una red de hospitales superior a otros países del área, el equipamiento  y  las faenas de mantenimiento, llevan una precariedad legendaria. Desde luego, en estas circunstancias una porción de la población asume directamente los gastos de salud, y estos constituyen el 42% del presupuesto familiar, altísimo comparado  con el de las demás naciones.

Dos divisiones dispensan los servicios de salud.

  • El sector público representado por el Ministerio de Salud Pública (MSP), el Consejo Nacional de Salud (CNSS), la Tesorería de la Seguridad Social (TSS) y el Seguro Nacional de Salud (SENASA), que es la principal aseguradora pública.
  • El sector privado comprende a las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS), los proveedores de servicios privados de salud.

En todo el sistema aparecen contradicciones. Las altísimas incidencias de la mortalidad materno infantil.  Desde luego, el 85% de todas esas muertes pueden evitarse. Se hallan asociadas a la mala calidad de los servicios, a las hemorragias, a los abortos.

El sistema tiene, además, otras cargas. Entre el  24 y 30% de la población padece hipertensión; 29,9% tiene sobrepeso; 20% padece tabaquismo, entre 11 y 16% padece diabetes, el cálculo ronda las 300 000 personas. Tiene una prevalencia de VIH de 0.9%.  Por lo que se estima que hay unos 60 000 personas seropositivas, de las cuales podría haber unos 20 000  sin acceso a los antirretrovirales, la incidencia de la tuberculosis duplica en muchos casos el resto de los países del continente 90×100 000. Ronda en todo el continente los 25×100 0000 y en el Caribe 38×100 000.  Al  meter el escalpelo en las proporciones de poblaciones que reciben los servicios de salud, la población del régimen contributivo podría alcanzar el 40% de la población.  Los trabajadores dominicanos que antes  se hallaban en la agricultura y en la construcción de infraestructuras se hallan privados de incorporación al régimen contributivo. Prevalecen enfermedades asociadas a la desnutrición, que alcanzaría entre 7 y un 8% de la población. El 54% de la población total no cuenta aún con cobertura de salud y por lo tanto, se mantiene en el sistema antiguo, es decir, se atiende en la red de provisión pública integrada que administra el Ministerio de Salud Pública (MSP) o paga con dinero de su bolsillo a los proveedores del sector privado. Los fondos de la seguridad social se incrementaron sustancialmente entre 2007 y 2008, pasando de 8 a 17% del gasto nacional en salud como resultado de la aplicación del régimen contributivo de la seguridad social.

El sistema lleva varios desafíos: la extensión de las coberturas a otros sectores de la población; la calidad de los servicios que dispensa; la reivindicaciones salariales de los médicos y personal paramédico y, desde luego, la sustentabilidad económica  del sistema.

Importar el desastre sanitario de otro país

En ese sistema precario penetra la catastrófica  transferencia de los problemas sanitarios de la población haitiana. En la II Cumbre del CELAC en La Habana, el Presidente Danilo Medina, admitió las proporciones inusitadas de un desplazamiento de poblaciones, y las fatales consecuencias que esta circunstancia tiene en el sistema nacional de salud:

“Quiero que sepan que, en la República Dominicana, residen alrededor de un millón de ciudadanos haitianos, la mayoría de los cuales son indocumentados (…)

Hoy en día en los hospitales de la República Dominicana, el 13% de todos los partos que se hacen son a madres haitianas. Y no solamente a mujeres haitianas que residen en el territorio de la República Dominicana sino a mujeres que cruzan la frontera para dar a luz en un hospital de la República Dominicana. Porque le sale más económico en nuestro país dar a luz porque es gratis. Y, en Haití, tiene que pagar por la realización de ese parto. Nosotros estamos gastando 5300 millones de pesos para atender a ciudadanos haitianos en asuntos de salud. Eso significa más de 100 millones de dólares”

 ¿Cuál es el perfil sanitario de la población haitiana?

Es claro, que a la  vez  que importamos una  población que destruye el valor del salario  y conquista las grandes canteras de empleo del país, traemos  las enfermedades  que se han enseñoreado en el país vecino.

  • El sistema  sanitario de Haiti  resulta extremadamente insuficiente para darle servicio a su población.(exiguo presupuesto, carencia de médicos, enfermeras y paramédicos, carencias de medicamentos);
  • Dependencia rotunda de la comunidad internacional para sustentar sus infraestructuras sanitarias y estimular la actividad de la medicina privada.
  • Enfermedades y afecciones relacionadas con la desnutrición: anemias, bocio, raquitismo etc.
  • Prevalecen las enfermedades transmisibles infecciosas (tuberculosis y otras infecciones respiratorias agudas y crónicas – SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual: la filariosis, malaria, dengue); enfermedades transmitidas por el agua; zoonosis (como el ántrax especialmente frecuente en algunas regiones de ese país: y la rabia humana que se caracteriza por una muy alta letalidad en algunas épocas del año;
  • Pero las enfermedades no transmisibles también tienen incidencia: enfermedades cardiovasculares, diabetes, neoplasias malignas en las mujeres ;
  • En la actualidad, los grandes problemas sanitarios de Haití se centran en el cólera, en las enfermedades agudas respiratorias (IRA) 20,2% en el 2009 y 5,9%  en el 2011, en el SIDA, cuya prevalencia es la más alta del continente; en la tuberculosis que tiene una prevalencia de  000 , en la malaria 4,9%

Las estadísticas de la OMS ponen de relieve la disparidad de los dos países.  Del 2012 al 2014, los gastos del Ministerio de Salud de Haití no alcanzan US100 dólares per cápita, compendiada con la ayuda internacional los gastos por paciente se elevaron a US160 dólares ( de eso el Estado haitiano pone  7%;  los hogares 29% y la ayuda internacional cubre el 69%) , mientras en la República Dominicana alcana los   US631 dólares. Tienen primacía entre los dominicanos las enfermedades no transmisibles; y en Haití prevalecen las enfermedades transmisibles infectocontagiosas generadas por la ausencia de agua potable, el medio ambiente, los insectos y los animales.

En un  informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas en el 2003, antes de la catástrofe del 2010 que derribó una buena proporción de las infraestructuras se dice lo siguiente

: “El país  registra los mayores  prevalencia de del SIDA, desnutrición y mortalidad infantil y materna en el continente americano. Las tendencias en los últimos  años no han mejorado (…)

Aproximadamente un cuarto de los niños sufren de desnutrición crónica, 3-6% de desnutrición aguda. Las deficiencias de yodo y vitamina A también está muy extendida. Entre las enfermedades más comunes se encuentran las infecciones respiratorias agudas y las  diarrea que causan, la mitad de las muertes de niños menores de 5 años (EMMUS III).

La prevalencia de la infección por VIH entre los 15-49 años de edad se estima entre 7 y 10% en las zonas urbanas y entre un 3 y un 5% en las zonas rurales (reunión de consenso nacional contra el VIH / SIDA de 2001). El SIDA es la principal causa de muertes en el país y representa el 10% de los registros de defunción. La incidencia anual de la tuberculosis se estima en 280×100. 000. El paludismo (malaria por Plasmodium falciparum) es endémica con brotes epidémicos. Tres cuartas partes de la población rural se encuentren en peligro. Filariosis, dengue, la meningitis, la tosferina, difteria representan algunas otras enfermedades transmisibles que afectan al país.

(Véase « Programme Intégré de Réponse aux Besoins Urgents des Communautés et des Populations Vulnérables (PIR) ». (Système de Nations Unies , 2003,  pág. 36 ).

Antes de producirse el terremoto del 2010, la circunstancia sanitaria de los haitianos era desesperante. El país carecía propiamente de un sistema sanitario. Todos los servicios eran dispensados por un  millar de médicos y la mayor proporción de la sanidad dependía, aun depende,  de la ayuda internacional. En el 2010, cayeron derribadas muchas de las infraestructuras, y una considerable proporción del personal médico abandonó el país. En el 2012,  se desató una epidemia de cólera que ha afectado a más de 400000 mil personas; la hecatombe llegó a los 9000 fallecidos. En la actualidad,  los servicios que dispensa el Estado haitiano sólo alcanzan al 10% de la población;  el 90% de los servicios los dispensa, o la ayuda internacional, o la medicina privada, y 40% no tiene acceso a ningún servicio de salud. De tal suerte, que el  76% de los partos se  llevan a cabo fuera de los centros de salud.

En el 2005, me tocó  dirigir una investigación monográfica  presentada en la especialidad de Geopolítica del Ministerio de Defensa por el  capitán de navío Jesús Avelino Rosario y la teniente coronel Danyd Moquete Méndez, médico patóloga: “ La Española, situación de salud según los informes de las OMS/OPS” sus conclusiones  no han perdido un ápice d actualidad.

La inexistencia de un sistema sanitario  en Haití  plantea varios problemas que se observan en la población que emigra hacia la República Dominicana.

  • Personas que padecen enfermedades infectocontagiosas que nunca han sido tratados.
  • Las enfermedades de transmisión sexual tienden a expandirse rápidamente en República Dominicana sobre todo entre los trabajadores agrícolas y de la construcción. Estas enfermedades son sífilis, gonorrea, carcinoma de cérvix uterino etc.
  • Las estadísticas sanitarias dominicanas encubren el problema traído por esta población. Una buena porción de la mortalidad materna reportada por nuestros hospitales se relaciona directamente con mujeres inmigrantes que han penetrado al país a recibir cuidados médicos.
  • El sistema sanitario ha sido desbordado  por la invasión de parturientas venidas de Haití que terminan devorando el presupuesto de los hospitales, y que podría, de mantenerse esta presencia en el tiempo,  derrumbar el sistema de la propia seguridad social.

Ante esas circunstancias se plantea otra realidad.

  • El país no cuenta con medios para detener el flujo de enfermedades de las que son portadores los inmigrantes haitianos, y no hay ninguna política para proteger a la población dominicana, salvo el programa de lucha contra la malaria dirigido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Puede decirse que, en República Dominicana, están actuando los mismos factores sanitarios que ya obran en Haití, y que tal como ha reconocido el Presidente Medina en la II Cumbre del CELAC  de La Habana estamos asumiendo responsabilidades sanitarias que podrían  anular las conquistas sociales del pueblo dominicano, es decir, volver incosteable la seguridad social y transformarse en la mayor amenaza a la imagen de destino turístico de la República Dominicana.
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