La diplomacia de la política
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, el éxito de Leonel Fernández, como político se debe a dos aspectos descollantes de su personalidad: el talento y el desapego personal. Sobre su talento no tendría que abundar mucho. Es de todos conocido. Advierto, sin embargo, que muchos pudieran poner en duda mi percepción sobre el desapego.
Siendo muy joven ganó en dos ocasiones, con amplia mayoría, la candidatura a diputado por el PLD. No obstante, en ambas circunstancias, y por solicitud del líder, el profesor Juan Bosch, terminó cediendo ese derecho en la persona de otro meritorio compañero, el Dr. Blanco Fernández. Y lo hizo de forma mansa y desinteresada.
Cuando Danilo Medina, lo propuso para que fuera el compañero de boleta de Juan Bosch, en las elecciones de 1994, Leonel Fernández, se negó a aceptar esta petición, argumentando que en ese momento el privilegio le correspondería al propio Danilo, por el talentoso trabajo que hiciera como jefe de la campaña. Danilo Medina, cuya humildad y desapego por las cosas materiales es proverbial, le respondió con un NO rotundo, convenciéndolo, al mismo tiempo, de que aceptara ser el candidato a la Vicepresidencia.
Esa misma conducta llevó a Leonel Fernández, dos años después, a la presidencia de la República, no solo por su talento y condiciones políticas, sino también gracias al apoyo decisivo que le brindaran Danilo Medina y Juan Temístocles Montás.
La diplomacia de la política ha sido una práctica en el PLD. Y lo demuestran estos hechos. Muchos problemas se han evitado o han sido resueltos satisfactoriamente, debido al manejo acertado de las contradicciones y al apropiado timing en que se debaten. En todo momento el tiempo ha sido el mejor aliado. Esos meses que pasaron sin que el Comité Político fuese convocado fue un tiempo ganado, no perdido como muchos pudieran suponer. Un tiempo que sirvió para que todos reflexionáramos y pusiéramos, finalmente las cosas en el correcto lugar.
Después de la reciente reunión del Comité Político, la oposición parece estar frotándose las manos ante la eventualidad de una división en el PLD. Y es que desconocen que, a pesar de todo lo que pudiese ocurrir, el PLD nació como un partido apegado a la institucionalidad y a la disciplina, y en función de eso se comporta. Son valores intrínsecos a la propia naturaleza de esta organización.
Leonel Fernández, es el presidente del PLD, y jamás se prestaría a romper con este esquema de valores. Como Presidente de la República, siempre mostró respeto por las decisiones de los organismos superiores. No conozco una sola decisión que, amparado en su poder político, haya querido imponer por la fuerza dentro del Comité Político. Y esta vez, lo que pasó en Juan Dolio, no será la excepción.
La competencia del Comité Político en materia de política congresional es inapelable. Y de mi parte, tengo la intima convicción de que el presidente del partido no está interesado en violentar este principio de autoridad. Voy más lejos. Me atrevería a decir que Leonel votó en contra de la Reforma Constitucional, más como respuesta al espíritu enardecido y las expectativas políticas de sus seguidores, que a un deseo o aspiración real a ser candidato del PLD. De nuevo apela a los efectos de la ley del desapego: para adquirir cualquier cosa en el universo físico debemos renunciar a nuestro apego a ella. Y es que el desapego se basa en la confianza en el poder del verdadero yo, como diría Deepak Chopra.
Esa ha sido su práctica y el método de conseguir siempre lo que se ha propuesto. Es un hombre joven y tiene el tiempo a su favor. Ojalá que así lo entiendan sus seguidores. Por la unidad y el futuro del PLD.