Las posibilidades de la reelección hoy
Lo único que le queda a Danilo Medina es el aparato clientelar del Estado, y la desgracia de que vivamos en un país en el cual la construcción de ciudadanía es una desventurada apuesta al futuro. Lo demás, aquella puntillosa imagen construida a fuerza de propaganda y de una inversión obscena de fondos públicos, está hecha añicos y fundida a los pies del más espectacular descrédito. Danilo Medina es un presidente desprestigiado montado en un furioso Tíguere, y su miedo es apearse, abandonar las posibilidades de manipulación y control que proporciona el poder, y quedar al desnudo, expuesto a que se lo coma el Tíguere.
Una de las aventuras más difíciles que se puede emprender en la República Dominicana, es la de construirle argumentos originales a la reelección. Luego de ser cabeza de los gobiernos más corruptos de la historia republicana, ¿qué puede desplegar el danilismo para justificar la reelección? La reelección es siempre la misma cantaleta. Se suele pintar como “la continuidad del progreso”, “el encomio de un imprescindible”, “la fábula impura del predestinado”. Pero la triste contabilidad de la mentira en nuestro país nos enseña que la verdad y la libertad son las primeras bajas de la ambición desmedida de poder. Un “intelectual” vergonzante que trabaja en la DIAPE suele argüir que Danilo “le adelanta la agenda”. Y uno se sonríe porque toda propuesta de reelección quiere hacernos confundir la memoria con la imaginación, y obligarnos a creer que el predestinado es la Patria, que todo pende de ese mito feliz que nos salvará. “Me adelanta la agenda”, dice el asalariado, como si algo cambiara. El aspaviento de un ambicioso creyéndose insustituible es la continuidad de la historia nacional. Horacio Vásquez se exponía al ridículo de ser “La virgen de la Altagracia con chiva”, perdiendo la cualidad histórica de las cosas, y renunciando así a su propia convicción antireeleccionista que desplegó con saña en la manigua dominicana. Buen ejemplo, porque fue sobre los despojos del horacismo que se abrió ese torbellino clásico de la vida cortesana que justificó toda la desmesura que el trujillismo clavó en la historia. Y fue el trujillismo el que nos legó a Balaguer embutido en el don divino de ser un Ángel celestial al que le estorbaba la tierra; y éste a su vez nos legó a Leonel Fernández, quien se disfrazó de “nuestro destino”, y todavía, descuajeringado, seco y caprichoso sigue siendo una sombra temible. Y después vino Hipólito y se llevó de encuentro la única conquista tangible de José Francisco Peña Gómez: prohibir constitucionalmente la reelección. Y volvió Leonel, y vino Danilo Medina y se llevó de encuentro también el precepto constitucional que prohibía la reelección. Y ahora, zorruno, se lo quiere llevar de nuevo.
¿Cuáles son las posibilidades concretas de que el grupo económico de Danilo Medina imponga la reelección en el PLD? Ciertamente son mínimas hoy día. Pero el aparato clientelar del estado con el que cuenta, el alto nivel de acumulación originaria de capital provenientes de la corrupción, y el control político casi total del partido, lo convierten en una opción nada desdeñable. Y hay que sumar, además, la maquinaria propagandística financiada con fondos públicos. La República Dominicana es una nación secuestrada. El PLD es un partido-estado y Danilo Medina, como Leonel antes, son proyectos de dominación a largo plazo. El danilismo no tiene sucesor, y el propio Danilo Medina es la alternativa para detener a Leonel. Las condiciones no son las mismas del 2016 hacia dentro del partido para imponer la reelección. El PLD es hoy un partido dividido. Pero no nos podemos engañar, el pujo reeleccionista es la necesidad del grupo económico de Danilo de seguir disfrutando de los beneficios del poder, y aunque son pocas las posibilidades de la reelección, serían capaces de cualquier cosa para lograrla.