OPINION: La patria opcional

Respondiendo a algunas inquietudes de amigos, debemos precisar que hay todo un sentimiento patriótico que va in crescendo cual que sea la latitud en que nos encontremos. Dejamos establecido que lejos de considerarnos “diáspora”, nos convertimos en un ente pluripatriótico.
 
Esta condición supera lo que alguna vez dijo Terencio: “el hombre y sus circunstancias”. Aquí hay algo más que circunstancial. Tenemos hijos nietos y demás parientes. Pero además, interactuamos con migrantes de otras naciones; compartimos sus penas y luchamos por sus derechos laborales, como lo hicimos en República Dominicana.
 
Y, si hemos trabajado limpia y honestamente, no sólo somos merecedores de denominarnos patriotas con respecto a nuestro lar nativo. Somos cosmopolitas; universalizados. Codearnos y respetar las culturas y costumbres de diversas razas y etnias, nos da licencia para ser ciudadanos del mundo.
 
Sin embargo en relación a nuestro terruño, en las últimas décadas, hay cierta desazón. Ante un Estado cuasi fallido como su vecino Haití; oriundo de un país donde las habilidades pueden más que el profesionalismo cual que sean sus luces, a los “inhabilitados” nos han conminado a agenciarnos un mejor futuro en el exterior. No nos han dejado de otra.
 
¿Cuáles son los motivos para apelar a la naturalización como estadounidenses?  Simple, ante la inseguridad ciudadana, la corrupción, el irrespeto a la ancianidad y la incertidumbre de que se  retornen o no en bienes y servicios lo que aportamos al Estado dominicano, se entiende la necesidad de sumarse otra patria que garantice la consecución de derechos vitales.
 
Y, hay la ventaja de no ser discriminados ni discriminar abiertamente a nadie, si se vive en un país que, con sus imperfecciones, de alguna forma hay mecanismos para prevenir o castigar esas desaprensiones. Se dice que ‘nadie es profeta en su tierra”, pero ello se acentúa más en naciones donde prevalece la inequidad y desigualdad en cuanto los derechos constitucionales.
 
Aunque sentimos nostalgia y no nos guste vivir en Estados Unidos, lo que pudimos dar más, entre los que figuran de ideología de izquierda; técnicos y profesionales en diversas disciplinas, por falta de apoyo y otros inconvenientes, estamos condenados a un ostracismo virtual.
 
Y como hemos sostenido, si no se ha delinquido ni cometido ningún tipo de felonía, somos-¡y cuidado!- tan fieles como el que más, porque hasta el que incurre en corrupciones y delitos aún desde una instancia profesional, mal podría vanagloriarse de patriota, y mucho menos vociferarlo a los cuatro vientos.
jpm
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