OPINION – Elecciones haitianas: sainete doloroso, burlón y acomodaticio
El 25 de este mes se realizaron en Haití “las Elecciones” presidenciales en la cual participaron cincuenta candidatos, que representaban más de cien partidos, de acuerdo a las informaciones que han estado transmitiendo diferentes agencias internacionales y que se pueden ver en importantes programas de televisión, no solamente de la República Dominicana, sino también de otros países de América, particularmente de los Estados Unidos.
En nuestra columna anterior en el último párrafo anunciamos el compromiso de revelar importantes datos, de algunos aspectos económicos de lo que realmente ocurre en el vecino país, que todavía la política exterior regional de los Estados Unidos de América, sus agentes y los organismos internacionales que están bajo su mando, nos quieren presentar como un Estado republicano, organizado, con instituciones nacionales y todas las características de un pueblo que se desenvuelve en los aspectos esenciales de su vida tal vez mejor que la República Dominicana.
Cuanta preocupación genera en la experiencia política del autor de esta columna los disparates y las mentiras que se hacen públicas y que la mayoría de los medios escritos de comunicación nuestros reproducen con inaceptable irresponsabilidad, por el daño que hacen a la vida presente y al futuro de nuestro pueblo.
A la celebración de ese sainete doloroso, burlón y acomodaticio, llegaron a territorio haitiano sesenta y tres observadores, desplegados en todo el país, por una llamada Misión de observación de la UE para Haití, a la que se sumaron ciento veinticinco expertos que representan a la desacreditada Organización de los Estados Americanos “OEA”, a la cual Fidel Castro Ruz hace muchos años, bautizo con el nombre de ”Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”, funciones que nuestro pueblo tiene muy presente en su memoria después del veinticuatro de abril de 1965.
Desde luego que es necesario no solamente saber, sino decirlo, quienes son realmente las figuras que hace años están dirigiendo la vida de ese ”conglomerado humano”, como lo calificó Juan Bosch el gran maestro político de América.
Desde enero del año 2010, después del terremoto que desoló la parte sur de ese país, apoyado por el gobierno del presidente Barack Obama y el Congreso estadounidense, “dieron carta blanca a Bill Clinton” para manejar cientos de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, que fluyeron hacia Haití para su recuperación y construcción.
Eso se tradujo en un enorme poder político para el ex mandatario de la nación norteamericana, que en la realidad de los hechos lo convirtió en el amo absoluto o cacique de facto, de ese pobre escenario de pobreza y de incapacidad en la producción de lo que necesita para vivir.
Bill Clinton, más adelante acompañado de su esposa Hillary, gestionó a través de abogados estadounidenses, que lo habían apoyado en su arribo a la presidencia de los Estados Unidos, adquirir la propiedad del complejo telefónico que hoy funciona, valorado, según dicen muchos, en la suma de noventa millones de dólares; a lo que se vino agregar después un permiso de extracción de oro que ha venido a parar a manos de un hermano de la señora Clinton y que corresponde a una gigantesca mina de ese metal precioso, allá en el norte de la isla que también se extiende después a nuestra frontera cercano al municipio de Restauración en la provincia de Dajabón.
(Continuaremos)
JPM