OPINION: El porvenir depende de nosotros

Nuestras actuaciones se hallan moldeadas por  la percepción  y las ideas que tenemos de los problemas. Entre los grupos que refutan el patriotismo permanece vivo un enfoque, según el cual, los dominicanos son los promotores de la inmigración haitiana; de la desnacionalización del empleo, de la inseguridad  y de todas las circunstancias que padecemos. De este modo, la víctima viene a  resultar culpable de su desgracia.  A los dominicanos,  se les echa en cara su impotencia, la desorganización de su Estado y la debilidad de sus instituciones. Con opiniones como esas se le desconoce el derecho a la autodeterminación. Examinemos punto por punto este tema.

¿Puede atribuirse el desbordamiento migratorio exclusivamente a la incapacidad del Estado dominicano? ¿Puede decirse que no hay entre los haitianos el propósito de expansión y ocupación del territorio dominicano, tal como ingenuamente quieren hacernos creer algunos periodistas?

  • Se sabe que la pobreza extrema es la causa eficiente de las guerras y la violencia y los desplazamientos de naciones enteras. Nosotros nos hallamos en la vecindad con una nación totalmente aniquilada. Podemos construir cualquier fantasía con esa realidad, pero no podemos desconocer ni sus resultados ni sus consecuencias.
  • Ha sido doctrina de la política exterior del Gobierno haitiano y de las ONG pro haitianas exigir que se desnacionalicen la decisiones jurídicas dominicanas en lo que toca a la nacionalidad. En la última sentencia del CIDH se le pidió al Estado dominicano que cambiara su Constitución para que los descendientes de extranjeros que no son residentes en  el país sean registrados como dominicanos.  Iguales reclamaciones  hizo el CARICOM siguiendo las peticiones del Gobierno haitiano.
  • Se le ha declarado la guerra a la Constitución y a la autodeterminación del pueblo dominicano.

 Desde hace años, el Centro Jesuita para Refugiados  y sus organizaciones apéndices documentan  junto a otras ONG, a saber, CEJIL, MUDHA, MOSTCHA, GARR y otras los expedientes de las  acusaciones contra el Estado dominicano  que anualmente publica el Departamento de Estado. Con estas piezas se ha ido moldeando a la opinión del Congreso y del Gobierno estadounidense, con el propósito  de preparar psicológicamente una intervención estadounidense, fundada en razones humanitarias.

Hasta ahora hemos sido sentenciados en tres ocasiones. 1. Por el caso de las niñas haitianas Dilcia Jean y Violeta Bosico,  . 2. Por el  caso Nadege Dorzema, al pago de más de un millón de dólares; y finalmente por el caso Tide Méndez.   Se mantienen vivas las campañas de descrédito internacional. En la avanzadilla  se hallan los documentales del Padre Hartley Sartorius y del  periodista canadiense  Nicolas Alexandre Tremblay y las montañas de denuncias en el diario Le Monde, The Guardian, El País, todas catapultadas por el esfuerzo combinado de  las ONG  pro  haitianas.

  1. La intervención del poder extranjero y la clase política en contra de la nación.

El poder extranjero se expresa de dos maneras, a través de sus plataformas de organizaciones no gubernamentales, y manipulando las decisiones del propio Gobierno.

¿Quién financia al Servicio de Jesuitas para refugiados y  sus organizaciones apéndices que proponen en sus publicaciones sustituir el Estado actual por un  Estado binacional? ¿Quién sufraga los gastos del CEJIL, la Red Jacques Viau, Janos Siksé, MUDHA y las demás ONG que nos han llevado como Estado ante una Corte Internacional?  ¿ Quién pagó los viajes de Wilnet Jean, el hombre que sentó al país en el banquillo de una Corte Internacional,  sus entradas a la Universidad de Columbia, los abogados del CEJIL y del estrado de Nueva York y la cuidadosa fabricación del inmenso expediente contra el Estado dominicano? ¿Quién paga las campañas que desarrolla Santiago Cantón en el Centro Kennedy? Las maniobras del poder extranjero son grandilocuentes. Lo que no queda claro es cómo el Gobierno se coloca contra los intereses de la nación.

¿Quién pagó a los abogados que, a chita callando, elaboraron el decreto 327/13, la ley 169/14 y el decreto 250/14? ¿A quién querían rendirles cuentas renunciado al derecho soberano de repatriar ilegales del territorio nacional?

Tenemos una clase política que exhibe una extraordinaria amnesia histórica. Borraron de nuestra memoria la independencia nacional. Se olvidaron de las amenazas que nos plantea la vecindad con un Estado desplomado  . Dejaron de lado la supervivencia de los trabajadores dominicanos.  Se desentendieron de la  frontera sanitaria con el país más insalubre del continente, abriéndole las puertas a todas las calamidades imaginables.  Se olvidaron de proteger  la imagen internacional del país  ante los ataques totalmente infundado de que es víctima en la actualidad. Desdeñaron  los informes, rotundamente aterradores,  fraguados en los grandes centros de inteligencia del mundo: Foreing Policy, el Fondo Monetario Internacional, La CIA y de los informes procedentes de los Think tank que ilustrados las decisiones políticas de los Estados Unidos .  Mostraron una enorme ceguera geopolítica.  Abandonaron el patriotismo, la defensa de las instituciones, la resistencia al enemigo, el ansia de libertad, la defensa de la identidad y la independencia nacional.

Nos hallamos ante dos proyectos radicalmente opuestos.

  • El que llevan a cabo los enemigos de la soberanía dominicana que dispone del poder de comunicación: periodistas, ONG, grupos organizados y que ha obtenido una victoria en la opinión al introducir la idea de que la República Dominicana es culpable de los desastres que padece Haití, y al someter a muchos dominicanos a la servidumbre de su proyecto. La tesis de los que combaten la soberanía dominicana plantea que Haití es una gran oportunidad para la economía dominicana (véase las declaraciones del representante de la Unión Europea y de algunos economistas dominicanos, empleados de organismos internacionales). Si resulta tan buena esa mano de obra porque las demás naciones del entorno deportan haitianos. Porque se han desinteresado de esos inmensos beneficios. Pregúntele a esas naciones, por qué no desnacionalizan su mano de obra.  ¿Por qué no se deciden a importar enfermedades del territorio más insalubre del continente? Pregúntele si quieren cargar con sus enfermos de malaria, filariosis, hepatitis, SIDA, cólera y el rosario de enfermedades venéreas. Pregúntele si quieren retrasar la modernización de sus sociedades, manteniendo permanentemente bajo salarios e importando  un ejército de iletrados.

¿Qué quieren los haitianos de nosotros?

  • Que desaparezca el ejercicio de la soberanía dominicana;
  • Permanecer en los espacios laborales que ya ocupen, y extender esos beneficios a sus familiares. Es decir, apropiarse de nuestras conquistas sociales.
  • Obtener documentación como dominicanos y convertirse en derechohabientes;
  • Lograr el apoyo de la comunidad internacional para que ésta  se involucre en la resolución de su problema a expensas de la República Dominicana.
  • En segundo lugar, tenemos el proyecto que representamos  los dominicanos.  Que no vamos a quedarse de brazos cruzados ante el desplome del empleo, de los servicios de salud, de la escuela y ante la brutal avalancha que han   emprendido estos inmigrantes ilegales  para apoderarse  de los registros civiles e imponernos un Estado binacional.

Nos hallamos ante un enorme conflicto de soberanía. El modo en que los legisladores aprobaron la ley 169/14 que modificaba el sistema de nacionalidad, sin pasar por las horcas caudinas de un referéndum, nos pone delante de una nueva forma de conflicto. ¿Pertenece la soberanía a los legisladores,  meros y transitorios representantes del pueblo dominicano, o bien pertenece al pueblo dominicano?

La ocupación del territorio dominicano se expresa de dos maneras.

  1. .De un modo cuantitativo. La Republica Dominicana se halla ocupada por una población que ha desnacionalizado el empleo, que ha tomado todas sus conquistas sociales y que amenaza con desmantelar su soberanía. A ese grupo se añaden los intereses creados por los lobby pagados por los haitianos y que son los que están influyendo en el diseño de las políticas de los Estados que han convertido la destrucción del Estado nación dominicano independiente de Haití en un proyecto. En esa guerra invisible han colocado todas sus esperanzas las élites haitianas, las ONG pro haitianas que tratan mediante los hechos traspasarle todos los problemas de ese país a nuestro país.
  2. De un modo cualitativo. Por un lado se le declara una guerra sin cuartel a la soberanía en el plano jurídico como nunca antes en la historia dominicana. 1) se aprueba la Ley 169/14 para traspasarle los derechos de nacionales a los haitianos que han logrado obtener documentación, aun cuando ya tienen con arreglo a la Constitución haitiana una nacionalidad¸2) se prohíbe durante dos años cabales las deportaciones de ilegales llegados del país vecino; 3) se financia con los caudales de los contribuyentes ONG que tienen como objetivo sepultar la soberanía del Estado dominicano. Si los partidos ya no defienden el empleo de los trabajadores, no trabajan por la excelencia en la educación ni por la calidad de la salud ni por la defensa de la soberanía ni por la limpieza moral de la actividad política, no hay razones para confiar en las bondades del tiempo ni en la ingenua creencia  de un destino providencial. El porvenir no es halagüeño  ni es necesariamente trágico, depende rotundamente de nosotros.  En este tiempo histórico se está forjando el futuro de nuestra patria.

 

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