El porvenir de una mala decisión

 

          En 1930,  la isla de Santo Domingo se hallaba serpenteada de ríos caudalosos, los mayores de las Antillas,  y de espesos bosques. La República Dominicana tenía un poco más del 70% de capa boscosa, y Haití que llegó a tener un 80%  en  los albores del Siglo XX, había perdido un 20% de sus bosques, tenía entonces un 60% de cobertura boscosa. Por razones distintas, a  partir de ese momento,  cada uno de los dos países comenzó a entrar en barrena. La dictadura de Trujillo  emprendió  un proceso de expansión industrial, desgajada de preocupaciones medioambientales y Haití continuó, imperturbable, mitigando sus necesidades energéticas con la depredación del territorio.

Al  cabo de treinta años, en 1960, ambas sociedades habían sido arropadas por una deforestación  que amenazaba con liquidar las posibilidades agrícolas  y convertirla  en un páramo espantoso. El 1966,  cuando el Presidente Balaguer asumió el mando del país, fue el año de las decisiones cruciales. En ambos territorios la cubierta boscosa apenas alcanzaba poco más del 11%.En ambos países,  se le había declarado la guerra abierta a los recursos naturales como único medio de supervivencia de las poblaciones. En ambas sociedades  prevalecía el uso del carbón vegetal, y  el desmonte de bosques centenarios servía de pastos a las cocinas.

¿Cuál fue la decisión que tomó cada uno de los gobernantes? , ¿Cuál fue el derrotero que tomó cada una de las sociedades?

  • Entre los haitianos prevaleció la despreocupación por el destino de su nación, acompañada de la idea de que el intervencionismo extranjero no permitiría que el país colapsara totalmente. Que no se enfrentarían, andando el tiempo, a un territorio desértico. Es lo que ocurre en aquellos países poseídos por una mentalidad de asistidos sociales. De manera que el Gobierno de Duvalier no tomó ninguna disposición para detener ese proceso, que Jared Diamond,  ha llamado ecocidio, destrucción de la base material de la nación. Había  en Duvalier, y en los gobernantes haitianos posteriores, una ceguera estratégica, y una incapacidad para prevenir los males que pueden aniquilar a su sociedad.
  • El Presidente Joaquín Balaguer, en cambio,  se propuso reemplazar  el comportamiento de destrucción del medio ambiente que tenía primacía entre los dominicanos, por una actitud de conservación. En ese año, quedaron clausurados los aserraderos; se criminalizó el corte de madera; se creó una guardia forestal, para perseguir plenamente, la tala y quema de los árboles; se promulgaron las leyes de protección del medio ambiente. Poco después comenzó  la construcción del sistema de presas y manejos de las aguas. De las 32 presas con que cuenta el país, construyó unas 22 en su ejercicio del Gobierno. Se crearon los parques nacionales y las áreas protegidas; y los parques de la ciudad de Santo Domingo; se cambió la cultura del carbón por la del gas propano, distribuyendo estufas de gas y emprendiendo  grandes campañas educativas de protección al medio ambiente. Al cabo del tiempo,  nuestro país recuperó el equilibrio como territorio agrícola, y mantuvo, mal que bien y  dando  muchos tumbos,  un manejo adecuado de las proporciones de agua. Por tales razones, ha logrado una cierta autonomía alimentaria, ha podido exhibir un crecimiento superior al 4%  por más  de veinte años, y se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de la región del Caribe. Ninguno  de esos logros hubieran sido posible, si hubiésemos devastado el territorio.  Si no se hubiera recuperado, en un lapso de unos treinta  años,  en proporciones aceptables,  la capa vegetal. En la actualidad,  la proporción de foresta de la República Dominicana ha alcanzado 39,7%. Según los cálculos de Naciones Unidas alcanza el 41%.  Se siguen sembrando millones de árboles, que, sirven de contrapeso a la devastación del bosque. Se ha llegado a un grado de conciencia en toda la sociedad. En la actualidad, un poco más del 25% del territorio nacional constituye zona vedada y protegida.

Examinemos ahora los resultados del comportamiento haitiano ante el medio ambiente.

La decisión tomada por el Gobierno haitiano de no hacerle frente al problema ha  exterminado el bosque de ese país. Haití ha entrado un laberinto  de destrucciones al que lo ha conducido sus malas medidas. En un informe dado a conocer en el 2008, se establece lo siguiente: «  en el 2004, un grupo de especialistas   estimaron en diez años la extinción de la floresta en Haití ( Haití Press 2004). Según la misma fuente, por cada cuatro árboles  derribados, los haitianos solo  siembran uno. Cuatro millones de toneladas de bosque son abatidas cada año con fines energéticos” (Illionor Louis:  “ Haití  combattre le déboisement ou les inégalités sociales” Alternative Sud, v. 15-2008, pág. 193).

En otro informe divulgado por OXFAM se dice lo siguiente : “Haití es uno de los países más  deforestado  del mundo, con una cubierta forestal estimada  en 1,5 %. La deforestación contribuye a la degradación del suelo,  a la erosión,  a las inundaciones,  a la desertificación y  a la reducción brutal de los recursos hídricos. La dependencia  del  carbón y la madera como fuente  de energía es el factor más importante en la deforestación. Haití ha hecho varios intentos de reforestación a través de los años, pero pocos han tenido éxito. (. “ Adaptation aux changements climatiques. Le cas d’Haïti «( OXFAM, Université de Montreal marzo del 2014,   Bhawan Singh y Marc J. Cohen)

En  su obra monumental, Colapso (2005), Jared Diamond, muestra que cuando una sociedad destruye la base material de su supervivencia, penetra en un laberinto de autodestrucción, caracterizado  por la pérdida  del suelo, la brutal disminución de la agricultura y de las fuentes de agua, la inseguridad alimentaria,  la escasez de energía y, casi siempre esas calamidades van acompañadas, del aumento desproporcionado de la población. Todas esas ocurrencias  negativas prevalecen fatalmente en Haití.  Ante semejante circunstancia, nos hallamos ante un ecocidio, acompañado de otros desastres: saqueo y carbonización de los manglares,  devastación de la fauna marina,  pérdida de los corales. Catástrofe descrita magistralmente por el oceanógrafo Jacques Yves Cousteau en su visita a aquel pais ( véase : “ Haití,  las aguas del infortunio”).

Según un estudio de las Naciones Unidas, divulgado en junio del 2013, el 77% de los haitianos, pocos más de ocho millones, emplea el carbón vegetal en sus cocinas, entre los dominicanos permanece el hábito en un 3,1% ;  Más de 50.000 toneladas de bosques son extraídas de nuestro territorio para satisfacer las necesidades haitianas,  y el 60% de los haitianos que habitan en nuestras zonas rurales emplea carbón vegetal ; mientras el 79% de los dominicanos utiliza el GLP para cocer sus alimentos; en Haití sólo el 2%  utiliza esta fuente de energía.  Haitì exporta sus problemas a nuestro pais (Confróntese:  Haïti et République Dominicaine. Défis  enviromentaux  dans la zone frontalière, PNUD, 2013)

¿ Cuáles hubieran sido las consecuencias para la República Dominicana si no se hubiera tomado una decisión de preservar el territorio en 1966? Las malas decisiones suelen tener una vida larga. Haití hizo lo contrario  a sus intereses, y ahora culpa a los demás de su imprevisión, de lo que ha constituido su inmensa desgracia. Ni siquiera han asumido la destrucción  producida por el factor humano,  y cuyas repercusiones  aparecen ahora en toda su desolación. Un Gobierno es responsable de lo que hace y también  de lo que no hace. Una sociedad decide suicidarse, si sus dirigentes, desconectados del destino nacional, la abandonan al caos y al desastre.

Son muchos los factores que sustentan este comportamiento irresponsable, fundado en la idea de obtener las mayores ventajas del intervencionismo internacional.

En  este punto y hora,  nos enfrentamos a desafíos muy superiores.

¿Cuál será el resultado de las decisiones tomadas por nuestros dirigentes políticos en la actualidad? Se trata de un Gobierno  que decidió romper la cohesión nacional, entregándoles  la nacionalidad dominicana a más de 55.000  descendientes de extranjeros que no eran residentes en el país, y a sus familias.  Con esa sola medida, ha roto la unidad demográfica del Estado. Por otra parte,  le ha entregado residencia  a 288.000  extranjeros indocumentados,  omitiendo las disposiciones del Estado; que ha renunciado a repatriar a los ilegales que han invadido plenamente el territorio durante más de dos años, tras la funesta aplicación del decreto 327/13

¿ Cuál será el destino del país, ante un Gobierno, que colocado delante de las circunstancias gravísimas que vivimos prefiere mirar para otro lado?

Abrir las decisiones electorales a un grupo de extranjeros, que han obtenido la nacionalidad mediante la presión jurídica, sería despedazar el derecho soberano del pueblo dominicano a elegir su destino. Cancelar sus posibilidades de autodeterminación.

En medio de la peor guerra diplomática llevada a cabo contra la República Dominicana, y ante el desorden que implica la mudanza del pueblo haitiano hacia nuestro país, un grupo de empresarios propone el Plan Binacional Quisqueya. Lo que se está proponiendo, a escondidas, al pueblo dominicano, es un Estado binacional. A pesar de la agresividad contra la independencia del Estado dominicano que , en los organismos internacionales,  proclaman  los haitianos; los que promueven ese plan  tratan  de vaciar la soberanía nacional de su contenido.

La soberanía no se divide, ni se comparte ni se puede limitar ni se halla sometida a otros poderes. La soberanía excluye toda idea de subordinación , toda atadura. Un pueblo soberano no tiene que rendirle cuentas a nadie, ni se halla sometido a ningún  poder superior. Un pueblo soberano es una comunidad de destino.

Cuando el Gobierno aplica una política contraria a la supervivencia del Estado y contraria al ejercicio de la soberanía  se priva a la nación dominicana de su derecho a escoger su destino,  en nombre de quimeras y  abstracciones  que sólo existen en las cabezas de unos grises empresarios. La pregunta que cabe hacerse  es ,¿ debemos renunciar a la soberanía o debemos preservarla  a capa y espada? ¿Renunciarán los dominicanos al proyecto nacional para sobre la base de la destrucción de todo lo que hemos sido, solapadamente, mediante argucias y engaños, se nos imponga un Estado binacional?

La Republica Dominicana se mantiene por el equilibrio o balanza de poder que han mantenido las dos realidades, la de Haití y la dominicana cada una dentro de sus linderos. El colapso de Haití y la pavorosa renuncia de sus elites a restaurar el hundimiento de su Estado echan encima del pueblo dominicano todo el peso de su descalabro. ¿ Sobreviviremos a estas malas decisiones, inspiradas en la ceguera histórica,  en  la despreocupación por el destino nacional? ¿ Cuál será el porvenir  de estas malas decisiones?

 

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