OPINION: El discurso de Obama en Dallas

El presidente Barack Obama demostró en Dallas porqué pudo ganarle a la Hillary Clinton en las primarias demócratas de 2008. Es que el presidente es un especialista de la palabra hablada; muy probablemente el mejor speaker americano desde los tiempos de Bill Clinton. Y hay quien considera que el carisma del  senador “moreno” superó con creces al rubio gobernador de Arkansas, haciéndolo invencible en la argumentación pública pre electoral.

 

Fue hasta Texas a rendir homenaje a los policías caídos durante las protestas callejeras que siguieron a los acontecimientos en que dos hombres negros resultaron muertos por policías blancos. Algo que se ha hecho tan repetitivo, que ya nos parece mas que normal. Y aunque este detalle no puede -por justicia- pautar el espíritu y contenido de este comentario, es una realidad que no se puede ocultar: desde hace años, todos los muertos son negros y todos los matadores son policías blancos; con algunas excepciones, especialmente las de Dallas.

 

Con un conciliador tono, el presidente Obama supo mantenerse a igual distancia de los activistas por los derechos civiles -que siempre acusan a los cuerpos policiales de brutalidad- y un ejército de hombres americanos que bajo el uniforme del orden, arriesgan sus vidas a diario para que nuestros vecindarios sean cada vez mas seguros. Pero que parecen no tener muy claro que su labor principal es preservar vidas y propiedades.

 

Se puede decir que el mandatario hizo lo que debía hacer y que dijo lo que debía decir, especialmente hoy que le quedan unos escasos meses de ejercicio. Y es evidente que si no ha podido hacer algo significativo por detener la violencia institucionalizada en ocho años, es imposible que lo pueda hacer en éste, su tramo final. Porque además, él ya demostró que no tiene las garras para nadar a contracorriente.

 

El presidente, cual reverendo sureño, llama a la población a mantenerse unida contra el flagelo de la violencia, como si la violencia fuera un ente que actúa al margen de las personas, cuando en realidad, la violencia solo se manifiesta a través de los seres humanos cuando actúan. Las armas de por sí, nunca generan violencia; se necesita la participación de la gente para lograrlo.

 

Barack Obama fue hasta Dallas a confirmar que su elección fue un simple accidente social de una nación que reconoció con su voto la sinrazón de mas de doscientos años de segregación. Pero el presidente, evidencia no tener la valentía -como negro-mulato que él es- que tuvieron los mas de cincuenta millones de blancos que confiaron en su discurso aquel memorable 4 de noviembre de 2008.

 

Los 68.5 millones de americanos que votaron por Obama en esa ocasión, lo hicieron porque entendían que su carisma conllevaba una gran dosis de responsabilidad al momento de regir el destino nacional. Pero está claro que se equivocaron. En su discurso, el presidente no tuvo el tino de mencionar siquiera que esa actitud de extremo celo por sus vidas que tienen los policías de todo el país cuando se enfrentan a una situación difícil, es por falta del entrenamiento correcto en las academias de formación policial.

 

Pareciera como si nuestros jóvenes agentes fueran entrenados para la guerra y no para preservar la paz y las vidas humanas de ellos y de la ciudadanía en general. Por los resultados, podemos inferir que los policías solo están preparados para descargar sus armas mientras les quede un proyectil hábil. Eso es todo lo que han hecho en los últimos tiempos. Los reportes de periódicos así lo atestiguan.

 

Otra lectura sobre el comportamiento policial, arroja opiniones un tanto mas drásticas que las anteriores; hablan de la tendencia al sadismo, inculcada en las academias policiales y protegida por la evidente “ley del silencio azul”, que es el manto cobertor de todas las anomalías policiales en su interior. Hay quien llega a igualarlo al juramento mafioso de la “Omertá”, y quizás haya algo de cierto en el razonamiento.

 

Sin embargo, yo prefiero enfocarme en el entrenamiento, que es lo que olvidó el presidente Obama en su discurso; y es en lo que él debió tener una participación mas enérgica. Los tax-payers de esta nación cargamos con el costo total de la operación de los centros de formación policial, y desde luego que no podemos estar satisfechos cuando un grupo de agentes dispara cuarenta o  mas veces contra un joven africano llamado Amadou Diallo. Muy probablemente, de esos disparos la mayoría fueron hechos sobre un cadáver, lo que abre entonces una interrogante que implica un comportamiento psicológico anormal; algo mas preocupante aún.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

jpm

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