OPINION: Despidiendo a Dignora Heredia
SAN CRISTOBAL.- El pasado sábado en una breve ceremonia encabezada por el síndico de San Cristóbal, Nelson Guillén y el coronel Oscar Tejeda Báez, despedimos un nutrido grupo de amigos y familiares a mi madre Dignora Heredia, quien recibió cristiana sepultura en el cementerio de Sainaguá luego de fallecer en el Hospital Rafael J. Mañón.
Dignora Heredia nació en Mano Matuey Abajo el 3 de mayo de 1947, según un documento que pude ver un día de estos que ella, en estado de demencia, sacó de una antigua maleta.
Hija de Julia Heredia y Francisco Tejeda, desde su nacimiento hasta la hora de su partida final enfrentó y padeció todas las dificultades habidas y por haber, lo cual no impidió sin embargo que criara con su propio esfuerzo cinco de sus siete hijos.
Por esta y un millón de razones más, nosotros -Manuel Sánchez, Ramón Heredia, Ana Julia, Milagros, Rafael, Vicente y Miguel Carvajal Heredia- la declaramos nuestra heroína. Somos testigos de excepción de 56 años de largo batallar de una mujer que nunca se dio por vencida.
El sepelio se produjo bajo una ligera y pertinaz llovizna que en muchas ocasiones interrumpió el trabajo del obrero que con delicadeza y esmero trataba de sellar para siempre aquella puerta que solo los buenos sentimientos abren y cierran después del decreto final de la vida, la muerte.
Dignora Heredia es nuestra heroína porque a pesar de sus dificultades de salud desde su primer parto en plena adolescencia hasta el final de su vida, siempre trabajo duro para garantizar el sustento de sus hijos 5 varones y 2 hembras.
Desde su infancia hizo trabajo duro, muy duro. A veces pienso que mi madre fue esclava, según muchos relatos que ella me hizo y otros que nosotros vivimos.
Dentro de los trabajos realizados por mi madre siendo una niña, puedo citar sembrar la tierra, colectar café, cargar agua bajando y subiendo loma, llegar del pozo con dos galones de agua en cada mano uno y un cubo en la cabeza.
Sin descansar de inmediato a tostar café como se usaba en esa época y luego realizar otros quehaceres en los cuales no se descartaba regresar al pozo a buscar más agua o limpiar la casa donde vivía, que como siempre era piso de tierra.
El 12 agosto de 1988 en el Hospital Juan Pina le amputaron la pierna derecha luego de que esta cogiera una gangrena tras clavarse en la colección de maíz en una las últimas y más productivas cosechas de este cereal que realizó el desaparecido Centro Sur de Desarrollo Agropecuario (CESDA).
Esto no fue obstáculo para que Dignora Heredia siguiera trabajando desde que le dieron la de alta en el referido Hospital en aras de garantizar siempre, sin mendigar, el pan de ella y los suyos.
Hasta luego Dignora Heredia. Perdóname si te ofendí y yo espero que Dios perdone tus pecados y te lleve a vida eterna
JPM/of-am
paz a sus restos y consolacion a sus deudores. como toda una reina se fue a colonizar otras generaciones en otras galaxias. nuestro mas sentido pesame.