OPINION: ¿Cuál es la modalidad de gobierno en RD?

Por momentos tuve la impresión de que estaba en otro país. En estas vacaciones choque de frente con actitudes obsecuentes-por no usar otro calificativo-,de colegas y gente que presumo pensantes, sugiriéndome hacer silencio(callarme)cuando cuestionaba lo que entiendo son  nefastas políticas públicas, en República Dominicana.
 
Por herencia y actividades pasadas, todavía tengo una caja torácica de cierta resonancia. En otras palabras todavía hablo “duro”; sin embargo una cosa es lo que externe, y otra, lo estentóreo de mi vozarrón, que no es el caso. Esto, aunque no hago especificidades sobre gobierno alguno. Ni cuando el mandato que encabezó el funesto Joaquín Balaguer, fui objeto de “reprimendas” por lo que expresaba.
 
Si hemos llegado a esos extremos, como soy un imberbe en menesteres políticos, me he preguntado sobre cuál es la modalidad o estilo de gobierno en República Dominicana. ¿Persiste una dictadura del partido gobernante, o qué cosa es que nos arredra?
 
Muy a pesar de la masiva marcha verde del pasado 22 de enero, podría entender que subyacen en toda la nación los atisbos de un gobierno que demanda uniformidad ideológica- partidaria afincada en el clientelismo, la autocensura en sectores opinantes como el periodismo, y claro está que en todo este entramado están los que barren con sus otrora principios para, con ostensible genuflexión, priorizar sus ambiciones y nimias “necesidades”.
 
Y si cabe el término, este fenómeno político, no se da en simples opinantes y “librepensadores”.  Hay toda una trulla de connotados intelectuales, muchos de los cuales no me merecen crédito porque aunque se precien como tales, no cuestionan nada y defienden lo indefendible; lo que desbarranca su intelectualidad que no debe ser la simple acumulación de conocimientos.
 
Por ejemplo, hace poco uno de estos brillantes e ínclitos personajes, tratando de justificar la actual corrupción, escribió un artículo en el que compendiaba sobre célebres e ilustres y sonados personajes históricos de los diversos países del mundo, en el que remarcaba como muchos de éstos apañaban y estaban contestes con los actos de corrupción.
 
En su recuento citó a Sénecas. Sin embargo el concupiscente intelectual hizo una sustancial exposición, como si en nuestra recientísima historia política nunca hubiese activado otro Sénecas. Este último cuasi símil del citado personaje, no sólo envileció a connotados sectores del tejido nacional, sino que dejó todo un lastre de corruptelas provenientes de su irrespetuosa e indignante conducta permisiva.
JPM
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