Cinco décadas de un acontecimiento histórico
“Pocas veces ha caído sobre un dominicano una carga de tanta responsabilidad como la que el destino coloca hoy sobre mis hombros”. Con esas premonitorias palabras asumía, el primero de julio de 1966, el doctor Joaquín Balaguer la Presidencia de la República, para iniciar un período de profundas transformaciones en todos los estamentos del Estado, y que aún están a la vista de todos.
Estaba consciente de la gravedad del momento, pues recibía una nación intervenida por tropas extranjeras, con una recién finalizada guerra fratricida que había abierto una profunda herida en el conjunto de la sociedad dominicana; pero sí con una clara noción de sus obligaciones así como también de su compromiso con el país y con la historia. Por ello, su primera medida fue la implementación de una política de austeridad “que actuara no como un bálsamo, sino como un bisturí” sobre las finanzas públicas, empezando de esa manera una obra de saneamiento de la economía del Estado.
En ese primer mensaje a la nación anunció, además, su intención de iniciar la gran tarea de construir las presas que el país reclamaba con más urgencia así como la firme determinación de incorporar las tierras que recibirían los beneficios de la irrigación, a la Reforma Agraria, considerando a esta última como una de las modificaciones más importantes que había que introducir en nuestras estructuras tradicionales, referidas a la distribución y uso de la tierra.
Durante los próximos 30 años, con excepción del interregno comprendido entre 1978 y 1986, el país vivió una etapa de transformación en todos los órdenes de la vida nacional que liberaría al país de su atraso y lo llevaría a niveles de prosperidad y desarrollo.
Durante sus períodos de gobierno se atendió a la educación en todos sus aspectos, físicos y humanos; fueron construídos acueductos, carreteras, caminos vecinales, hospitales, canales de riego, canchas deportivas, viviendas, puertos y aeropuertos, todo esto en forma consecutiva. Casi la totalidad de estas obras de infraestructura se realizaron con recursos propios, producto del ahorro interno.
Sintetizar las acciones del doctor Joaquín Balaguer desde que asumió el poder en 1966 y los períodos sucesivos, resulta harto difícil, porque él abordó y puso en marcha todos los recursos del Estado, sin violentar su soberanía, para colocar a la República Dominicana en el sitial que merecía en el concierto de las naciones libres de Hispanoamérica, a pesar de los conflictos geopolíticos Norte–Sur que se dirimían en esos momentos, y que con dramática resignación ha sido considerara la “guerra después de la guerra”, en virtud de que los que fueron aliados durante la confrontación bélica se convirtieron, por motivos ideológicos y estratégicos, en adversarios en la paz.
La República Dominicana no estuvo exenta de esa realidad, y el doctor Balaguer, en su condición de Presidente, debió afrontar esa situación, y gracias a su condición de estadista visionario hoy poseemos paz y democracia en la República Dominicana.
Simultáneamente realizaba una obra de gobierno para sustentar el bien común, basada en el manejo austero de las finanzas públicas. Fue así como el éxito de sus medidas destinadas a revitalizar la economía nacional permitieron una tasa de crecimiento promedio del PIB real entre 1971 y 1978 de un 7.4% y en el período comprendido entre el 1986 y 1996, de 3.9%.
En ese mismo orden, entre 1970 y 1978, la economía se expandió un 251%, con un promedio de crecimiento del 10.95 anual, mientras en el lapso comprendido entre 1986 y 1996 un 143%, con un promedio de crecimiento del 10.77% anual.
El presidente Balaguer adoptó durante sus mandatos medidas de carácter eminentemente nacionalistas como fueron el cierre de los aserraderos y la adopción de políticas públicas destinadas a la preservación de nuestros bosques y de nuestras fuentes acuíferas. Esas medidas, contenidas en leyes y decretos, junto a otras destinadas a la protección efectiva del ecosistema nacional así como la construcción del Jardín Botánico, el parque Mirador Sur y el Mirador Norte, le permitieron dejar en ese aspecto una herencia que bien merece respeto y consideración, como patrimonios de interés nacional.
El doctor Balaguer vio siempre en la iniciativa privada a un copartícipe en el fortalecimiento del aparato productivo nacional. Así las Leyes de Incentivo industrial, zonas francas y la política de sustitución de las importaciones permitieron al sector privado no solo fortalecerse sino también convertirse en un aliado del gobierno en el crecimiento y el desarrollo nacionales.
En lo concerniente al fortalecimiento institucional, el auspicio del Plan Decenal de Educación, el Diálogo Tripartito, el nuevo Código Laboral y el Código Monetario y Financiero así como la Ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa, entre muchas otras reformas, demuestran la labor realizada por el presidente Balaguer en el curso de sus sucesivas administraciones.
Al cumplirse cinco décadas de aquel primero de julio, los que tuvimos la oportunidad de estar cerca de él lo recordamos con admiración y respeto. Al pensar en él así como en la labor realizada, evocamos el verso de la insigne poetisa y educadora Salomé Ureña de Henríquez: “Los que anheláis del templo de la gloria/ la Patria levantar a lo eminente;/ que supisteis luchar heroicamente/ por darle en los anales de la historia/ el renombre de un pueblo independiente”.
sp-am