OPINION: Carta pública, A mi querido San Cristóbal

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EL AUTOR es periodista. Reside en San Cristóbal.

Luego de haber leído detenidamente, la confesión que sobre tu penosa situación publicaste al través de los medios de comunicación del país, bajo el título, “Yo, San Cristóbal, hoy quiero confesar,” me siento en el deber de darte aliento y estimularte, aunque al igual que tú, se me hace un nudo en la garganta y se me aguan los ojos por el gran desamor con que se nos trata.

Entiendo que cuando piensas en las condiciones del Hospital, Juan Pablo Pina, te resulte doloroso y te enrojece el rostro y te sientas avergonzado, y es que, al parecer, ponerlo en condiciones de ofrecer un eficiente servicio a tu población, no es un buen negocio, porque de ser así, no hubiera que salir huyendo con uno de tus hijos, por cualquier gripecita   para un centro médico de Santo Domingo.

Sé que no quisieras hablar del infierno que significa manejar en medio de un tránsito totalmente desordenado, y lo peor de todo, sin planes de soluciones al respecto, sin aceras por donde caminar, porque casi todas están ocupadas, con un mercado público que ocupa y perturba directa e indirectamente catorce calles del centro de la ciudad, sin empleos para tus cientos de manos ociosas, con un liceo musical, Pablo Claudio, con más de tres años esperando terminen su remodelación, lleno de drogas, delincuencia, etc, etc  y muchas etcéteras más.

Ciertamente, San Cristóbal, sé que cuando estas a solas te recriminas y lloras en silencio, sé que cierras los puños de impotencia y del pique y tanto enojo te imaginas jalándoles las orejas hasta casi arrancárselas a ciertos personajes que entiendes se han burlado de ti, pero te culpas, porque siempre caes en el gancho y tropiezas con la misma piedra y no acabas de levantar los pies, y te sientes enferma y muy cansada.

¡Ay mi querido San Cristóbal, me resulta verdaderamente difícil darte ánimo, recuerda que yo soy parte de ti, y sufro lo que tu sufres, pero debemos confiar en Dios, y poner todo en sus manos para que acabe toda esta maldad que padecemos y parece interminable!

Quisiera el señor, que al igual que yo, otros de tus hijos se solidaricen con la penosa situación por la que atraviesas y que elevemos nuestras voces juntos, si es posible que se oiga en los cielos y a quienes prometieron soluciones y ahora se hacen los locos y distraídos les retumbe en los oídos y no los deje dormir ni de noche ni de día, hasta que resuelvan. Barsa  de abusadores.

leonardocd04@hotmail.com

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