No quiero fronteras

 

Que desaparezcan las fronteras, sería la mayor satisfacción que como ser humano, en mi dimensión social  yo recibiría. Cuanto añoro y deseo que ese acontecimiento suceda a nivel global, que los Estados Unidos , “nuestros hermanos buenos del norte”, abra su frontera terrestre y marítima, para que los mexicanos puedan entrar y salir, pero no solo ellos, sino los que viven en el continente desde la tierra del Fuego, que abra su frontera marítima para que dominicanos, haitianos, cubanos,  podamos ir a Puerto Rico  o a Florida, como quien da un paseo a la isla de la que proviene  y  tenga la seguridad de que puede anclar su embarcación sin temor a que La Armada los intercepte  y los devuelva.

Yo no quiero frontera en Inglaterra o en  el espacio marítimo que cuidan,  deseo fervorosamente que las restricciones que ponen para el ingreso de extranjero  a su isla desaparezca, no quiero frontera entre el norte de áfrica y España no quiero fronteras en el mundo y aspiro a que la especie humana se convierta en una sola Nación, la Gran Nación  Terrícola. Donde haya verdadera libertad de tránsito, donde no haya permiso o visas  porque no se necesiten.  ¡Pero para todo el mundo!

Quiero un mundo  en donde los menos agraciados, puedan aprovechar los millones de toneladas de alimento que desperdicia “’el primer mundo” y no quiero más discriminación o categorización de clases, para que  todos los seres humanaos partiendo de la utopía de  la dignidad humana, empiecen a tratarse como seres  iguales, desapareciendo en verdad las diferencias y los privilegios. Así Rusia pueda ser mi casa, y República Dominicana la casa de un ruso.

Yo le aseguro al mundo que la inmensa mayoría de los dominicanos estará dispuesto a que se le abra frontera también,  no solo a nuestros hermanos haitianos, sino al resto de la humanidad.

Hoy en el estado actual de cosas, es muy fácil pedir a este país que abra unilateralmente y solo, que nos confinen a una miseria común, a un desorden generalizado;  sin que nadie asuma responsabilidad y desde fuera “prescribir recetas, sin suministrar medicamentos”, brindar suculentos platos en revistas y televisión, ¡Ah caray, así si es bueno!

Ser bondadoso dando la cosa ajena es fácil, lo duro es serlo dando lo que me pertenece y sobre todo si lo que tengo es poco.  Por ejemplo,  me gustaría saber  cuántos hermanos haitianos estaría en condición de  recibir los solidarios Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, Montserrat, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago (las Islas Vírgenes británicas y las Islas Turcas y Caicos , en fin todos los que conforman La Comunidad del Caribe (CARICOM) o los hermanos países  componentes de la Organización de Estados Americanos, que levantan la mano para enviar sus observadores.

¿Cuántos llevarán la moción a su país de que  es hora que sean verdaderamente solidarios?,  Sólo aspiro a que reciban una proporción, o sea,  en la Republica Dominicana tenemos hoy casi un millón, que es más o menos el  10% de la población dominicana, nos quedaríamos con gusto con 250,000 de forma legalizada  ordenada, identificada.  Ahora me gustaría sumar la población de ellos en conjunto y como un gesto de respaldar con acciones sus prédicas, asuman una proporción igual,  e igualmente pido para los demás países amigos solidarios de Haití.

Si le quitamos a ese trabajador, pero desorganizado país,  un peso de encima, y los ayudamos a ser eficientes en la acción y  a la organización interna, como lo son en el lobbismo internacional, si nos enfocamos a escala global o regional a reforestarlo y convertirlo en  amigo del planeta y su naturaleza, si los ayudamos a ser persona, ser humano libres, inteligentes,  responsables, que tengan un rol que cumplir y lo cumplan para su beneficio y  beneficio de toda la colectividad mundial.

Le aseguro que Haití no será un problema para nadie y resurgirá de sus cenizas tal ave fénix, pero mientras, no nos carguen ese peso sólo a este país,  esa es demasiado carga,  No olviden que nuestra embarcación está a flote, pero es frágil y sólo la gracia de Dios nos ha mantenido sobre las aguas, pero “lo que en mucho hasta Dios lo ve”  y si nos ponen esa carga, no salvaran a Haití, ¡nos hundirán juntos!

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