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Miseria de la educación
Los gremios, los sindicatos, las uniones, desnaturalizaron el arte de la enseñanza, convirtieron a la educación en un negocio lucrativo. Sería beneficioso que los que dirigen, pensaran que el objetivo de la educación debería ser el de educar, facilitar aprendizaje permanente, lo que se ha supeditado a un negocio que no prospera en cuanto a la formación de generaciones que nos dignifiquen. Cívica, moral, ética, ya no forman parte del curriculum, una bandera puede ser objeto de una gorra, unos pantaloncillos. La violencia permea en los predios de la institución. Las neurociencias se han puesto de moda, desangran el presupuesto en demostrar que disponemos de siete inteligencias y en aplicarlas al proceso de aprendizaje. Se estudian a Piaget, a Dewey, a Gardner y se convierten de la noche a la mañana en conferencistas sin haber alfabetizado. Le han otorgado a los padres un poder enfermizo, van a la escuela, cuando van, a tomar al maestro por los pelos. En vez de preguntar que falta cometió su hijo, preguntan por las fallas del educador. ¡Las demandas pueden ser millonarias! Han convertido al maestro en técnico de estadísticas, las evaluaciones son cada día más complicadas, los registros de asistencia, el planeamiento. Salones de clase con más de 36 alumnos. Las interrupciones llueven, los timbres, las llamadas de los audios, los intrusos. Los desocupados abundan, todos cobran, los consejeros, los inspectores, subdirectores que no saben programar un horario que se ajuste a las necesidades de la escuela. Los libros de texto son una miseria, compran los más baratos. La secretaria de la escuela, la que más trabaja después de los maestros, es el personaje anónimo que lleva el peso de la administración, la burra que carga los expedientes, las tarjetas, las computadoras. Las visitas de los subdirectores que tanto mortifica y amedrenta a los educadores, cuando aparecen a evaluar una actividad docente, sin haber impartido una clase. Le pagan a un maestro un salario miserable, existe una población de amebas, que giran alrededor de la figura principal. En Estados Unidos, un trabajador de la oficina postal de correo percibe un salario superior a un maestro, sin mencionar los seminarios de capacitación que todos los años tienes que oir las mismas sandeces de los mismos analfabetos que dirigen. Mientras no comprendan los que dirigen que la escuela no es un panal de abejas donde abundan más los zánganos que las obreras, el maestro seguirá siendo el profesional más estigmatizado, menos respetado. Mientras no le otorguemos el papel preponderante que ejerce un educador, seguiremos padeciendo de las mismas miserias de la educación, arrojando cieno al mismo estercolero. La labor de la escuela, que se extiende al hogar, las enfermedades psicosomáticas, provocadas por la tensión a que es sometido el educador, le obligan al retiro de emergencia o retiro temprano. Lástima de la más ingrata y remunerable de las profesiones, cuando al paso del camino un discípulo te sorprende. ¡Mr., usted no se acuerda de mí ! El burocratismo ha vencido a la instrucción, el lucro al desinterés, el desparpajo a la mesura. Maestros que imparten clases debajo de un árbol a falta de una escuela, maestros que pasan hambre, Cristo, el maestro iluminado sabe de lo que se trata, de lo que la mayoría saben y pocos discurren, porque no les conviene o porque guardan en el más secreto y cómplice de los silencios, ese grito ahogado de alguien que diga, vamos a solucionar el problema, sabemos como enfrentarlo, disponemos de la voluntad y los recursos. diosdado0811@hotmail.com