MEXICO.- Se cumple un mes de camino y fatiga para los migrantes de la primera caravana. Un mes desde que el sábado 13 de octubre empezaron a andar desde San Pedro Sula, en Honduras, huyendo de la violencia y la pobreza en su país, y con la esperanza en la mochila de iniciar una nueva vida en Estados Unidos.
A medida que avanzaban, otros se sumaron al grupo y, siguiendo sus pasos, se formaron tres caravanas más, con lo que llegó a haber 11.500 migrantes atravesando México. Con el tiempo, algunos han tirado la toalla, pero aún son muchos los que siguen adelante contra viento y marea.
Alrededor de 3600 personas han llegado a la ciudad de Guadalajara, que representa para ellos el punto intermedio en el camino.
En este mes han recorrido más de 2.100 kilómetros, a pie, en camiones, en autobuses… a través de Honduras, Guatemala y México. Y aún les queda otro tanto hasta llegar a Tijuana, en la frontera estadounidense, donde les espera un contingente militar enviado por Donald Trump.
Los niños de la caravana
En la caravana viajan unos 1.700 menores, 300 de ellos son bebés y niños de menos de cinco años. Pequeños como Maikol, que se ayuda para llevar su bolsa de un camión de juguete, con el que también juega a ser un superhéroe. «(Juego a que) Spiderman manejaba la volqueta y Superman cargaba la arena.», nos cuenta.
Mientras, Tesla peina a una muñeca que le han regalado, al tiempo que se acuerda de otra parecida que dejó en su casa. «(Tenía) una muñequita igual que esta y también tenía un peine con una muñequita que cantaba y lloraba.»], dice.
Contra viento, marea y las amenazas de Trump
Resulta sorprendente la determinación de estas familias, pese a la diatriba antiinmigración y las amenazas del presidente Trump, quien al calor de la campaña para las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, se dijo dispuesto a enviar 15.000 soldados a la frontera y endurecer las condiciones de asilo para frenar lo que calificó de ‘invasión’ de inmigrantes.
La avanzadilla de la caravana es un grupo del colectivo LGBT con 85 personas que ya está en la frontera, a donde ha llegado en vehículos pagados con fondos privados y que va presentar, con ayuda de abogados estadounidenses, peticiones de asilo.