Mensaje al compañero Hipólito Mejía

Compañero Hipólito… desde hace mucho tiempo se viene planteando que la valoración final de un hombre no está en cómo comienza, sino en cómo termina. También, desde los tiempos bíblicos, se ha establecido que la sabiduría del rey se asienta en los muchos consejeros, entendiendo implícitamente, que estos consejeros tienen que estar acreditados con las capacidades y virtudes que lo hagan idóneos para tal trabajo. Usted compañero Hipólito, por su experiencia de Estado, bien conoce la importancia que tienen en el quehacer político, toda esa gama de individuos que se cobijan bajo los títulos de asesores, consejeros, asistentes, voceros, intermediarios, enlaces, consultores, representantes, delegados, comisionados, coordinadores, secretarios y demás. Usted bien sabe, que esa gente, unas veces son incapacitados con rango de desfasados; por ejemplo Pepe Goico, y otras veces, que siendo competentes, adolecen de probidad, pero ambos oportunistas, quienes en vez de responder a las exigencias de esos nombramientos, en la mayoría de los casos, solo andan en busca de beneficios personales para ellos, sus familiares y amigos, y para la clase que representan. Son gente de la que un presidente de la Republica o candidato a esa posición se tiene que cuidar y mucho, porque resultan en todo tiempo, potencialmente dañinos a cualquier gestión de gobierno bien intencionado. Compañero Hipólito, en este contexto, su quehacer político como expresidente de la República está marcado por dos eventos fatales a su persona y a la nación, producto de malas asesorías. Estos fueron: su intento de reelección en el 2004 y el mal manejo de la quiebra del Baninter en el último año (2003) de su gestión presidencial. Las personas que lo asesoraron para llevar a cabo aquel intento de reelección, no tenían sentido de responsabilidad histórica, ni muchos menos valores patrios. Y quien mal lo asesoró e influenció, para que la quiebra de Baninter se solucionara beneficiando a un grupo de millonarios en base a sacrificar a todo un pueblo, también pertenece a ese grupo, aunque se ha querido para justificar esta barbaridad, que la solución aludida a esa quiebra fue un acto de responsabilidad y valentía. De alguien que en estos tiempos se atreva sostener que la creación de la Comunidad de Estados latinoamericanos y del Caribe (CELAC), impulsada por Hugo Chávez y respaldada por los países que se benefician del petróleo de Petrocaribe, es otro disparate, y que ésta declaración la refuerce diciend “en vez de eliminar muchos organismos internacionales y regionales que no sirven para nada, se están creando otros nuevos, que servirán menos”, de ese alguien, repito, llamado José Lois Malkun, que temerariamente se atreva a sostener públicamente declaraciones tan desfasadas por alejadas de la verdad, no se le puede poner oídos a sus asesorías, porque lógicamente los resultados de la aplicación de sus consejos vendrán a ser fatales para el pueblo que tenga de gobernador del Banco Central a semejante economista, que dicho sea de paso, se agenció una pensión de casi medio millón de pesos, por el “excelente” trabajo que realizó en el poco tiempo que estuvo de gobernador en esa institución, la cual vino a sumársele a los beneficios que ya recibía de la FAO. En este accionar, también fue infausto para el partido y el país, el papel de enlace entre el poder ejecutivo y el Congreso Nacional desempeñado en el periodo presidencial 2000/2004 por el funesto personaje conocido como Fiquito Vásquez, quien posteriormente en el 2013, presidiendo el tribunal de disciplina del Partido Revolucionario Dominicano en manos de Miguel Vargas, osó echar del Partido al mismo compañero Hipólito, quien anteriormente lo había beneficiado grandemente ingresándolo de nuevo al partido y nombrándolo en la posición de enlace aludida. Resalto el hecho, ingresarlo de nuevo, porque ha de recordarse que este señor Vásquez, había practicado el transfuguismo yéndose en años precedentes al PLD en busca de ventajas personales. En estos grupos también caben Miguel Vargas y sus seguidores, al igual, anteriores beneficiados del hipolitismo conservador, tolerante y permisivo hasta lo inaudito, quienes también han sido parte del sequito, que con sus ruindades han llevado el partido al desmembramiento y a impedir la aplicación de políticas sociales y administrativas avanzadas, que comporten reivindicaciones para nuestro pueblo. ¡Pero oh cosas de la vida! parece que las experiencias pasadas de poco nos han servido, puesto que seguimos repitiendo los mismos errores de siempre, que han devastado el partido y hecho más precarias y difíciles nuestras vidas. Como en antaño, el compañero Hipólito persiste contra vientos y mareas y a espalda de la historia, en ser el candidato del nuevo Partido Revolucionario Mayoritario a instancias y presión de individuos cuyo accionar político e interés personal no es diferente al de aquellos que en el pasado lo llevaron a dar los errados pasos de intento de reelección, el mal manejo de la quiebra de Baninter y otros desaguisados que han llevado nuestro partido a derrotas tras derrotas, a la división y al descredito. Compañero Hipólito, hablo de sus apetencias presidenciales al margen de la historia, porque tal como certeramente lo ha explicado repetidas veces en sus artículos el intelectual Andrés Luciano Mateo, usted, como también el presidente Medina con sus aprestos reeleccionistas y Leonel con su querer volver de nuevo, no están más que repitiendo la cíclica conducta de los malos y hasta perversos gobernantes que en hemos tenido, quienes creyéndose insustituibles y hasta enviados divinos, siempre, y para desgracia de la nación , optaron por aferrarse al poder, valiéndose de mil diabluras, entre ellas cambiar la Constitución, tal como en su momento lo hizo usted y que ahora pretende hacer el actual presidente de la República, Danilo Medina. La reelección-nos explica Mateo- es como una saga ineludible en la historia circular de los dominicanos. Los gobernantes súbitamente se sienten como una transparencia imborrable, porque se creen indispensables para el universo. Santana- continúa Mateo- Se hizo llamar “El libertador”. Buenaventura Báez, el “Gran ciudadano”. Ulises Heureaux fue “El pacificador”. Ramón Cáceres, un diablo a caballo (expresión mía). Horacio Vásquez, “La virgen de la Altagracia con bigotes”. “Horacio o que entre el mar” decían sus seguidores. Trujillo, se hizo llamar “Padre de la patria nueva” y para Joaquín Balaguer, el poder lo era todo. Antonio Guzmán y Jorge Blanco- continua Mateo- hicieron “pujos” por reelegirse, y hasta crearon pequeños grupos de activistas. Hipólito Mejía fue para siempre la alternativa de sus mentiras, negándose a ser reelegido, compró diputados peledeístas y alteró la Constitución. En esta saga lo de Leonel es un pasaje más de la historia nacional, y los Danilistas no son nada originales al reproducirla, y yo agrego, ni los Hipolitistas tampoco. “llegó papa”, es la reproducción de un eslogan más de campaña a semejanza de cómo lo hacían los ciegos seguidores, de los “lideres” anteriores. En todos los casos estos mesianismos, que auspician un “líder providencial”, se hacen con los fondos públicos, nos termina diciendo Andrés Luciano Mateo. Fruto de la reedición de esos aferramientos y ambiciones desmedidas de poder, sustentados por grupos que solo buscan lo suyo, de nuevo tenemos al compañero Hipólito Mejía con querer ser el candidato por el naciente Partido Revolucionario Mayoritario, en un momento en que aún no se tiene la Personería Jurídica de ese partido en proyecto. Las consecuencias negativas de esa temeridad, ya se están viendo. El nuevo partido está naciendo con los mismos vicios, que han provocado la división y subsecuente colapsamiento del Partido Revolucionario Dominicano. Aún no es oficial su constitución, y ya por pretensiones presidenciales insólitas, se asoma el monstruo de la división que en el pasado nos ha impedido llegar al poder y realizar gobiernos meritorios cuando hemos estados en él. Los titulares de los periódicos, ya advierten el cisma en camino, cit “Surge primera fisura en el nuevo PRM”. “Luis Abinader y su grupo truenan contra el vocero de Hipólito Mejía”. “Jorge Frías, Eugenio Cedeño y Ramón Bueno manifestaron que los seguidores del Partido Revolucionario Mayoritario no soportarían una división más”. “Luis Abinader y Peña Guaba advierten a Héctor Guzmán que sus declaraciones fueron inoportunas”. Entre otros titulares, estos de por si hablan de la azarosa división que orbita y serpentea. Estos encabezados periodísticos hacen referencia al Héctor Guzmán quien funge como vocero del expresidente; el mismo personaje que hizo mucho daño en la división que hubo entre José Francisco Peña Gómez y Jacobo Majluta, pero que también fue parte intrigante en la división que su en un momento se dio con Hatuey De Camps”, y que además, en New York despotricó contra mí persona, manifestando en esa cruzada, que a mi había que sacarme sangre, primitiva actitud ésta, que interpreto como retaliativa a mis artículos, con los que me opongo de manera pública a la candidatura del compañero Hipólito. Precisamente en esos artículos, que en su momento tuvieron gran difusión y aceptación, solicité al compañero Hipólito que sea el jefe del proceso que bajo su liderazgo pueda conducir al nuevo Partido Revolucionario Mayoritario al poder en el 2016, con un candidato que goce de la simpatía y credibilidad del pueblo en general y de los partidos que supuestamente integrarán la Convergencia. Esa sugerencia mía, ha caído en tierra turbulenta. Al efecto- como denuncié- algunos seguidores de Hipólito, incluso han reaccionado de manera violenta e irracional y el mismo Hipólito por lo que veo, reflotando en la idea de sí mismo, como en el ensueño de los “imprescindibles “descrito por Mateo, ha optado por seguir los pasos de sus antecesores, Báez, Lilís, Món Cáceres, Horacio Vásquez, Trujillo, Balaguer, Leonel Fernández y la reedición de su fracasado intento reeleccionista del 2004, que tantas derrotas penurias y tristezas, nos han traído. De hecho, la participación de Mejía como aspirante a candidato, es decepcionante, no solo porque le está dando al país más de lo mismo que nos dieron los tiranos que hemos combatido, sino también, porque con sus aspiraciones, está reeditando los mismos problemas divisionistas que en el pasado nos causaron humillantes derrotas, lo que no es justo, ni juicioso por ningún lado, porque además, con esta actitud quebranta una vez más, el principio peñagomista de la no reelección presidencial y da paso, a quienes proclamando servir a los demás, se sirven a sí mismos. En el momento actual la decepción tiende a ser más grande, porque esperábamos de él, que la amarga experiencia vivida con su intento de reelegirse en el 2004 más la derrota en el 2012, le iban a servir de lección, para que nunca jamás optara por enfrascarse en esa aventura de aferramiento al poder, que lo que traen es desventuras a granel para todos, y más ahora en su avanzada edad, donde cualquier enfermedad en latencia puede brotar en cualquier momento a consecuencia de someter el cuerpo al estrés que produce el inmenso trajín de una campaña electoral. Para ejemplo de este caso, tenemos la vivencia del difunto Horacio Vásquez, a quien el excesivo traqueteo político, le agravó su padecimiento de cálculos renales, lo que finalmente lo llevó a la muerte extemporánea. El compañero Hipólito debe recordar que hasta Superman, tiene su punto débil con la kryptonita, cuanto más nosotros que no tenemos la contextura, ni los poderes del fantástico hombre de acero. En resumen, sigo sustentando, que la gloria de Hipólito Mejía no está en ser candidato, sino en liderar el proceso que podría conducir al Partido Revolucionario Mayoritario a una victoria electoral en el 2016, porque él le habría dado paso a un candidato que esté a la altura de los tiempos y de las circunstancias, lo cual aniquilaría el peso de sus errores del pasado, y en consecuencia, este gesto lo enaltecería y le brindaría la oportunidad para la reivindicación total de su persona. Quien sostenga lo contrario, no es su amigo, ni tiene motivaciones patrióticas, pero además, en última instancia y ante la historia, Hipólito será el único y gran culpable de toda la derrota que nos produciría su insólita insistencia de querer volver a ser presidente, cuando ya su tiempo pasó. Lo entiendo así, porque si Hipólito no estuviera con sus aspiraciones de candidato, la insalvable división que amenaza con hacer fracasar a la Convergencia, no se estuviera dando. Esta aspiración de Hipólito está haciendo tanto daño, que se ha llegado al punto, que muchos de sus seguidores dicen que si Luis Abinader es el candidato, no harán campaña proselitista. Viceversa sostienen, numerosos seguidores de Luis Abinader, lo cual es algo muy peligroso, puesto que de no revertirse a tiempo esta situación, la derrota del PRM, deviene segura e inevitable, tal como como ocurrió con el intento reeleccionista de Horacio Vásquez. Todo el que se mueve entre los perredeistas y el puedo en general, puede dar constancia de esta situación. Al respecto, el economista e historiador Eduardo J Tejera, en su libro sobre Horacio Vásquez señala: “Horacio fue un líder indiscutible y respetado. Su gestión de gobierno entre 1924 y 1930 desarrolló el país. Él fue un presidente honesto, que no robó ni mató, pero como caudillo intentó quedarse en el poder. Ese fue su gran pecado. Para esa empresa, Vásquez, enfermo, manipuló a todo el mundo para quedarse dos años más de los que le tocaba gobernar”. “Para concretizar esa ambición, no le importó nada. Violó la Constitución, controló el Congreso y en la práctica manipuló para lograr lo que quería, lo que dividió el partido. Esa desmedida ambición política fue fatal; con ella su gran legado comenzó a derrumbarse y por demás, dio paso al sátrapa Trujillo”. El resto de la historia, es sabida por todos. Para concatenar ese pasado con el presente, recordemos que el aferramiento al poder de Vásquez generó a Trujillo, y que en el 2004 el aferramiento de Hipólito al poder permitió el regreso de Leonel Fernández. Ochenta y cuatro (84) años después partiendo de Vásquez y diez (10) años después partiendo del dos mil cuatro (2004), esta historia de aspiraciones, divisiones y derrotas, está por repetirse con el querer de Hipólito de volver a la presidencia, porque sin lugar a dudas, esta aspiración permitirá la permanencia del PLD en el poder, y quien sabe, si de nuevo con el terrible depredador Leonel Fernández, lo que evidenciaría una vez más el circulo fatal, al que nuestros caudillos nos someten, al darle cabida a sus ambiciones de poder. El que tenga oído par oír…que oiga. El que tenga cerebro para pensar que piense. Pero también, el que tenga conciencia de la situación e interés por un mejor destino para su patria y se sienta con albedrío, que actué en correspondencia con los hechos para contrarrestar sus males. Posdata: no tengo nada personal contra el compañero Hipólito, tal como han interpretado mis detractores. Mi oposición a su candidatura es, porque teniendo sentido de la historia y amor por mi patria, no sigo a hombres, sino principios e ideales y al sentido común, lo que me impulsa, a que la suerte de mi país y el triunfo del partido, estén primeros, que los insensatos caprichos de un hombre, sus voceros y asesores y más cuando ellos, ante la derrota seguirán sus vidas de fastos porque tienen fortuna, mas no así el conglomerado derrotado, que sufrirán por mucho tiempo o eternamente los efectos de esa derrota, porque a diferencia de esos “lideres”, la bases del PRM y el pueblo en general, no cuentan, ni con los medios para comprar los alimentos del día a día. Entonces, lo que está en juego de por medio, es algo muy serio, para que no se trate con el debido respeto. Esto, si les importara el pueblo, la democracia y la suerte del país.

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