Me obligaron a escribir
Desde que en un artículo expresé que “el senador había perdido el juicio”, me dije, “no escribo más sobre ese tema”. Pero la esperada sentencia me ha elevado al último extremo la indignación. El ya famoso “Auto de No Ha Lugar” para nadie ha constituido una sorpresa. Se sabía, no existía la menor duda de que el juez estaba haciendo un papel. Se le veía en el rostro sudado, su cara reflejaba lo que había en su pensamiento.
No es fácil hacer una representación teatral cuando el libreto he redactado por otros fuera de las tablas. Esta no es desde luego una sentencia, es más bien una advertencia, un verdadero desafío del poder y la proclama ya está hecha: ni Leonel, ni su grupo pisarán las puertas de la cárcel. Para ellos no hay ni habrá justicia y la indignación es porque todos sabemos que la perversión ha subido al último peldaño de los tribunales. ¡Perdón!, de esta gran farsa que se burla y se ríe sin límite del pueblo.
Es una sentencia que muestra lo que todos imaginaban que iba a suceder. Es indignante porque hasta el día para ser pronunciada fue escogido, antes de Semana Santa, es decir, una fecha para el olvido. Es quizás la más bochornosa decisión judicial de la historia del país, es la careta que se ha quitado una administración judicial politizada de manera descarada para evacuar decisiones complacientes y a favor de la impunidad.
Pero como dice el pueblo, “que no se apuren, que no hay mal que dure cien años”. Esta sentencia es la peor condena que ha recibido algún político en nuestros anales. ¡Qué no hay pruebas!. Me han obligado a escribir. Confieso que no me puedo quedar callado porque el que “calla otorga”, ojalá ese grupo termine de entender que están cavando su tumba y que por más que el dinero empuje, no pasarán, porque contrario a Fidel Castro, “la historia los condenará”.