Más allá de la ley especial de Regulación
El Estado dominicano ha abierto una válvula de alivio ante la problemática ocasionada por la inmigración irregular, la aprobación de la ley especial para regulación de extranjeros, ha despejado un frente muy intempestivo, movida astuta, pero que encarna ciertos riesgos. Cabe preguntar si una vez aprobado el procedimiento de aplicación de la ley todo estará bien y no surgirán nuevas demandas y nuevos requerimientos y si al final se resolverá el sazonado tema migratorio. Es evidente que no tenemos certeza de que esto llegará a su fin, pues la frontera dominicana sigue abierta, y la seguridad como tal, se manifiesta solo en palabras. En los 391 kilómetros de frontera, amplias extensiones no tienen la mas elemental vigilancia, los actores envueltos en las variadas actividades, no tienen, ni temen a control, de ninguna especie, por lo cual continuará el trasiego de mercaderías, armas, drogas, y personas. Por esto, no tenemos certeza de que no surgirán nuevas demandas y nuevos requerimientos del vecino país y de la comunidad internacional, toda vez que se nos ve haciendo parches en este tema y avanzando sin un plan definido. Es evidente que la aplicación de esta ley por si misma no resolverá el tema migratorio, necesitamos una solución integral para este tema, que conlleve, ademas, la conversión real de la seguridad fronteriza en un tema de seguridad nacional. Esto a su vez nos llevará a un sellado efectivo de la frontera, pero, necesitamos, aumentar la fuerza autorizada y operativa del cuerpo especializado de seguridad fronteriza (cesfront), y dotarlo de unidades de acción rápida, también de los dispositivos operativos y tecnológicos adecuados. En este punto la experiencia del Estado de Israel seria de gran ayuda, así como la experiencia acumulada por España en Ceuta y Melilla o la experiencias de nuestro principal aliad los Estados Unidos de América, en su frontera sur con México. Sin embargo, todas estas acciones, deben estar aparejada a una reorientación del tratamiento de las provincias fronterizas, volviendo a las gentes, a garantizarles los servicios básicos e instrumentos legales que se conviertan en incentivos para la inversión en la región. La solución a esta temática es compleja y envuelve no solo a actores estatales, envuelve a todos: Estado, sociedad civil, organismos multilaterales, países amigos, al mismo Haití. Por esto es que sin perder de visión los intereses nacionales, tenemos que construir una solución que garantice la integridad y la identidad nacional, así como la buena relación con nuestros vecinos.