Los dardos de Don Manuel

Antes de juzgar y
condenar a los gobiernos del último decenio porque supuestamente se
concentraron en generar más empleos públicos y aumentar los programas de
asistencia social y subsidios, el presidente del Consejo Nacional de la Empresa
Privada (Conep) debería preguntar a sus asociados: “¿Qué hemos hecho
nosotros?”.

Don Manuel Diez Cabral repite el viejo criterio del alto
empresariado de que un “estado voraz” aumenta sus gastos en forma exorbitante,
lo que sumado a la postergación de medidas estructurales de ajuste a la
economía, es la cauda del excesivo número de empleos informales.

Lo primero que habría que preguntar es porqué el presidente del Conep cuenta la historia a
partir de 2004 y excluye el periodo 2000-2004. Lo sensato sería referirse a los 14 años del siglo XXI,
porque es injusto concentrar toda la
desgracia económica en solo un decenio, más aun
si en el cuatrienio anterior estalló la crisis económica reflejada en la
quiebra de tres bancos.

¿Cómo decir que el Estado ha sus gastos aumentado en forma
exorbitante, si agregar que la presión fiscal se ha mantenido durante el
periodo analizado en 13% en proporción
al PIB, ocho puntos porcentuales por debajo del promedio de América Latina?

¿Cómo el Gobierno puede incurrir en gastos excesivos, si el
ingreso por tributación es el segundo más bajo del continente? Cuando se habla de gastos exorbitantes, debería
incluirse los más de ocho mil millones de dólares que durante el último decenio
el Gobierno ha tenido que transferir
al sub sector eléctrico para conjurar
déficits generado por un entramado mafioso.

Es injusto que se incluya entre las maldades de los gobierno del PLD el incremento
en las transferencias para solventar
el gasto social, que en 2013
alcanzó unos 25 mil millones de pesos, pero se oculta el dato de que en gastos
tributarios (exoneraciones, exenciones, tasa cero) a favor principalmente del
alto empresariado, se erogaron 125 mil
millones.

En la economía moderna no se habla de “gastos excesivos”,
sino de “calidad del gasto”, lo que entraña un criterio político en el diseño y
ejecución del Presupuesto del Estado, para que tenga un mayor impacto en la
redistribución del ingreso o en una expresión ausente en la charla de Don
Manuel: “justicia social”.

Razones tendrá el presidente del Conep para no valorar en el
decenio analizado los efectos de la crisis
bancaria, cambiaria y de deuda (2002-2004) y la crisis financiera
mundial (2008-20012), ni los esfuerzos que se realizaron desde el Gobierno para evitar, como se logró, que la economía
sucumbiera a la recesión.

Tal parece que Don Manuel
ha querido enviado un mensaje político nada subliminal, al excluir en su
charla ante la Cámara Americana de Comercio, los dos años malos del Gobierno de don Hipólito
Mejía y los dos muy buenos que lleva el
presidente Danilo Medina. Los dardos, pues, van en una sola dirección.

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