Los cargos escogidos por sorteo
A propósito de la forma como se escogen los cargos de elección popular, el filósofo norteamericano Ronald Dworkin, en su obra La democracia posible, sostiene que existen dos concepciones de la democracia que están en pugna: la mayoritaria y la asociativa.
Según la concepción mayoritaria, la democracia es el gobierno de la voluntad de la mayoría, es decir, el gobierno de acuerdo con la voluntad del número mayor de personas expresadas en elecciones con sufragio universal o casi universal.
Por el contrario, para la concepción asociativa democracia significa que las personas se gobiernan a sí mismo cada cual como asociado de pleno derecho de una empresa política colectiva, de tal manera que las decisiones de una mayoría son democrática solo si se cumplen ciertas otras condiciones que protegen la condición y los intereses de cada ciudadano en tanto asociado de pleno derecho de esa empresa.
Sin embargo, los sistemas electorales se basan en dos fórmulas: la mayoritaria, que distribuye los cargos con preferencia para el partido más votado, y la proporcional, que lo hace en base a la cantidad de votos obtenidos por los candidatos.
La democracia representativa de nuestro tiempo, cada vez más cuestionada, no garantiza la igualdad como la democracia ateniense del siglo V, en la que los cargos se escogían mediante sorteo.
En un fascinante pasaje de su obra Contra las elecciones, el belga David van Reybrouck, recordando la cátedra de Historia de Grecia de su profesor Verdin, muestra la modalidad del sorteo como una opción viable para la democracia.
Mediante esta forma de elección, que tenía como propósito la neutralización de la influencia individual, todos los ciudadanos podían formar parte de las tres principales instituciones de Atenas, que eran la Asamblea popular, el Consejo de los 500 y el Tribunal Popular.
Estos cargos, por regla general, sostenía Verdin, a decir de Reybrouck, duraban un año y no se permitía la reelección, para que los ciudadanos rotaran lo más posible, a fin de lograr la participación del mayor número de ciudadanos y conseguir la igualdad.
Por excepción, la elección por sorteo no se aplicaba a los cargos militares más elevados, ni a los financieros, los cuales eran escogidos mediante elecciones que hacían posible la reelección de personas competentes en los cargos más delicados, lo que le permitió a Pericles ocupar el cargo de estratega durante catorce años consecutivos.
Conforme a Aristóteles: “El uso de la suerte para la designación de los magistrados es una institución democrática. El principio de la elección, por el contrario, es oligárquico”. De igual modo, sostuvo que: “El principio del gobierno democrático es la libertad. El primer carácter de la libertad es la alternativa en el mando y en la obediencia”.
Se debe destacar que, en la Antigüedad y el Renacimiento, la escogencia por sorteo no solo se utilizó en Atenas, sino que incluyó a Venecia, que lo implementó para evitar los conflictos entre las familias nobles en la designación del cargo superior, a Florencia, para evitar conflictos entre facciones rivales y a Aragón, con el fin de fomentar la estabilidad y evitar monopolios de poder.
jpm
es un gran gusto leerle, gracias por esas informaciones tan oportunas.
excelente arti****. la historia nos dice lo que fuimos y lo que debemos ser para ser mejores.