Lo que las lluvias ponen al descubierto
Quizás porque el país está enfocado en otros asuntos. Léase Odebrecht, cambios en tribunales superiores, acusaciones y contraacusaciones entre políticos, las aguas que anegan casas y plantaciones han impactado de manera tremenda en los afectados no así en el resto de la población que parece ajena.
Esa misma desidia que ahoga el clamor de los que han perdido todo, permea a una nación que a fuerza de ver y oír desgracias todos los días, sigue su tren indiferente.
Cosechas y viviendas sepultadas de forma literal por un lodazal que arrasó con los planes de los agricultores que confían en que cada año el producto sea mayor y les permita sino salir de la pobreza, tener menos cargas.
En su lugar, ahora lo que habrá aumentado serán las deudas. Por eso los campesinos claman a las autoridades para que vayan en su auxilio, porque es su obligación. No son los únicos cuyo grito de impotencia aun no escuchan los que manejan esta cosa pública.
Aquellos que no tienen sembradíos, pero quedaron a la intemperie, igual requieren ayuda y temen ser la voz que clama en el desierto. Sus humildes moradas no son la única construcción lesionada por las prolongadas lluvias.
Los aguaceros han extendido sus efectos y tocan a construcciones estatales, calles, puentes, escuelas dañadas. Incluso infraestructuras de reciente edificación, que al afectarse originan caos en el tránsito, aíslan comunidades o fuerzan a suspender la docencia.
Los medios de comunicación mantienen presencia en los lugares con eterna vulnerabilidad y fuera de esos clásicos, en sitios que no son inundados con frecuencia y la gente asume que por más noticias publicadas su situación es igual.
Tal vez por eso, la doñita que tenía el agua más allá de las rodillas, dijo apesadumbrada delante de la cámara-han venido muchos fotógrafos-
y al parecer, son lo que más ve la gente
jpm