Llegada de Amazon divide a NY entre alegría y enfado

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NUEVA YORK.- La decisión del gigante del comercio electrónico Amazon de instalar dos nuevas sedes en Nueva York y Washington, los centros económico y político de Estados Unidos, ha sido recibida con entusiasmo y recelo a partes iguales, pese a prometer la creación de 50,000 empleos.

Amazon en Nueva York se ubicará en Long Island City, Queens, donde ha provocado el rechazo generalizado en una comunidad de 2.3 millones de habitantes, mientras que en Washington lo hará en un municipio con una población de 22,500 personas que recibirá a una masa de empleados que la duplicará.

Ambas metrópolis afrontan una transformación en la que miles de nuevos inquilinos con alta cualificación y poder adquisitivo usarán el transporte, consumirán en sus locales y buscarán alojamiento, principal preocupación para quienes ya habitan allí.

A una parada de metro del Pentágono y a un paseo de 40 minutos de la Casa Blanca se encuentra el futuro emplazamiento de Amazon en el área de Washington: Crystal City, una localidad que nació en 1963 para acoger oficinas y viviendas de «alto standing».

«Yo me mudé a Crystal City hace unos años, pago un alquiler de 500 dólares por una habitación porque en el centro de Washington no podía permitirme los 900 que pedían», explica a Efe Katarina, recepcionista en el hotel más próximo a la única parada de metro del municipio.

«Tengo claro que no va a faltar trabajo, pero los precios… Llegará gente muy pudiente», narra la joven.

Un oficinista, Gemal, que descansa en la plaza en la que Amazon pondrá sus oficinas no está preocupado por la subida de precios.

«Esta es una zona con baja ocupación en la que no se expulsará a nadie», afirma.

La llegada de la empresa a los alrededores de la capital estadounidense ha sido recibida positivamente como una forma de diversificar una área centrada en la actividad del Gobierno.

Stephen S. Fuller, economista de la universidad George Manson, argumenta en un informe que la presencia de Amazon en Washington generará un efecto llamada para que se instalen nuevas empresas tecnológicas y nazca algo similar a «Silicon Valley» en la costa este del país.

Amazon no ha tardado en aprovechar estos indicios y ya ha denominado «National Landing» (Aterrizaje Nacional) el complejo que nacerá tras su inauguración.

«Cambiará la marca extraoficial que posee la región», en alusión al ambiente institucional de la zona, reza un epígrafe del estudio.

En verdad parece que esta localidad esperaba una llegada así: varios edificios permanecen vacíos y cubiertos con una lona, en las esquinas de sus calles vacías un cartel con el logotipo de la ciudad da la bienvenida, e incluso algún paso de peatones recrea ese mismo diseño sobre impecables calzadas.

Frente al aparente entusiasmo despertado en Crystal City, los vecinos de Long Island denuncian una «invasión» en un distrito tradicionalmente obrero e industrial que ha experimentado un enorme cambio en los últimos diez años a partir de la crisis económica.

«¡Es especulación!» critica una vecina que ha vivido 29 años en el barrio y prefiere permanecer en el anonimato.

En un paseo, la mujer llega al primer gran edificio que se construyó hace 25 años, junto al ferri que une Queens con Manhattan, cuando se pedían unos 25,000 dólares por los inmuebles, como «incentivo» para que la gente se mudara.

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