Las presiones de mi Presidente
He buscado en la memoria histórica y no alcanzo a recordar una confesión similar. No me viene a la mente un solo caso en el que el Primer Mandatario de nuestro país haya declarado que recibe presiones de este tipo; y mucho menos que las tales presiones vienen de organismos internacionales. Lo especial y preocupante es que no sabemos cuáles pudieran ser esos organismos, ni en que pudieran consistir las presiones denunciadas.
Pero aun y cuando mi cerebro no puede precisar el precedente, yo se que los mandatarios de países del tercer mundo como el nuestro, siempre están sujetos al acoso de los imperios y hasta de países sin ningún respaldo que pueda soportar el chantaje; lo difícil es que ellos lo reconozcan públicamente, como lo ha hecho mi presidente, Danilo Medina.
Y las razones para negar lo que es evidente son diversas pues, admitir que la autodeterminación, la soberanía y la independencia, sean sólo un trío de palabras huecas en nuestro diccionario, no es algo que pueda generar beneficio alguno para la patria de Duarte, ni para sus descendientes.
Todos conocemos de las presiones partidarias y de “campaña”, así como las amistosas y familiares, que se generan alrededor de cualquier persona que alcance el solio presidencial, muy en especial en un país como el nuestro, donde el presidente de la República es considerado como un mesías, un redentor que traerá la felicidad y el éxito a todo su entorno. El mismo Danilo Medina ha bromeado en ocasiones sobre la cantidad de parientes, primos suyos- pero que él no conocía hasta el 16 de agosto de 2012.
No se trata de que el Presidente “se comporte con sinceridad y humildad”, como se ha comportado y que tanta popularidad le ha generado; de lo que se trata es de que mi Presidente no puede sembrar la frustración en nuestros jóvenes, esparciendo desilusión con su no pensada declaración de impotencia intrínseca, que es la lectura final que dará el pueblo a su singular confesión.
Porque imagínese usted, si al Presidente lo presionan de esa manera, con un problema de carácter migratorio y de exclusiva responsabilidad del Estado dominicano, ¿qué no habrán hecho con legisladores y ministros, al momento de discutir, negociar, legislar o conceder permisos y autorizaciones para operar las grandes y millonarias empresas en el país?
Mi preocupación es que la imagen de benefactor, pro cónsul y casi “asistente de Dios” que tiene la figura presidencial, si bien es cierto que ha mejorado mucho con el actual mandatario, no queda bien parada con el reconocimiento público -por parte de Medina- de esa realidad lapidaria que se manifiesta en la expresión: “hay presión internacional, ustedes lo ven todos los días”.
Y como afirma el Presidente, “el problema de nosotros no es presión, es la propia convicción que tenemos de lo que se tiene que hacer y en eso es que estoy con el liderazgo del país, consultando”. Esta afirmación del mandatario, parece y no hay dudas de que es bien intencionada; pero al mismo tiempo manda una señal difusa, que erosiona esa reputación que él mismo se ha labrado. Es una declaración derrotista, algo que no esperamos de alguien que se preparó para gobernar. Consultar con el liderazgo nacional no está mal, el asunto es hacer la decisión correcta.
Por suerte para todos y para mi tranquilidad, en los próximos días el Poder Ejecutivo someterá el tan ansiado proyecto de ley de regulación de extranjeros, en el marco creado por la sentencia TC168-13; veredicto éste que tanta confusión ha causado entre los dominicanos y que tanto preocupa a los intereses haitianos, tanto allá como aquí.
Estamos a escasos días de ceder ante las susodichas presiones internas e internacionales, que sólo pretenden desconocer las atribuciones propias de los estados que se consideran soberanos e independientes; y sucumbir en el trinitario empeño de construir una nación “libre de toda potencia extranjera”, como proclamara el patricio Juan Pablo Duarte.
Pero en el otro sentido, mi Presidente tiene la oportunidad de convertir en elemento de valor político electoral, esa alta popularidad que sin haber enfrentado y doblegado aun los grandes males nacionales, el pueblo dominicano le otorga, en pago a su sencillez y ejercicio discreto del poder. Basta con que de riendas sueltas a su espíritu independentista y reclame su lugar en la historia, fortaleciendo la dominicanidad.
Desde luego que él mismo ha de ser el primero en entender, que no basta con las buenas intenciones y el excelente manejo de su imagen mediática. Él sabe que de “buenas intenciones está empedrado el camino del infierno” y que aunque “una imagen vale más que mil palabras”, a todos “os conoceréis por sus hechos”.
Danilo comprende perfectamente, que para ganar el juego de pelota hay que anotar carreras y evitar que el contrario se embase; y que no importa cuán bien haya bateado un jugador en las prácticas previas al partido; es durante los nueve innings oficiales que tiene que empujar la carrera de ganar. Aprecio, como fanático tradicional, que el Gobierno está bateando su séptima entrada, y que aunque al séptimo episodio le llaman el “lucky seven”, hay que hacer muchas carreras, porque a los contrarios aún le quedan dos oportunidades para batear. Pero además, todos sabemos que el juego no se acaba hasta el out 27.
Lamento mucho tener que desviarme por los senderos del beisbol, empero, de algo ha de servirnos nuestro deporte nacional, ya que todos somos managers en potencia, tanto en la política como en la pelota. Mi Presidente hizo muy bien en reemplazar el “coach de tercera”, ahora las señas llegarán más directas a los jugadores y los corredores de seguro que anotarán.
Solamente falta que Danilo “maniye” con el librito de los Trinitarios.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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