La socióloga Rosario perdió el rosario de la rigurosidad
Si algo inauguró la socióloga Rosario Espinal en el diarismo nacional, fue una escuela de sociología light que inicio sin sustento histórico y que ha terminado en pura politiquería vacua y oposicionista sin ningún rigor científico-metodológico que ya ni siquiera disfraza o disimula su coincidencia “analítica-sociológica” con ciertos intereses supranacionales (de agencias extranjeras que financian a no pocas Ongs, a una parte significativa de la llamada “sociedad civil”, a libelos periodísticos y a conspicuos “hacedores de opinión pública”) que persiguen específicos objetivos geopolíticos a los fines de lograr –por mas que se niegue y en primera fase- una laxa unificación de la Isla.
Y uno se pregunta, después de leer su artículo “PLD: de comesolo a agarra todo”, si no sería más honesto que la socióloga light deje sus chabacanos análisis políticos y mejor asuma –de cara al país- su verdadero rol de activista oposicionista que la constitución y las leyes –en todo su derecho ciudadano- le consagra. Se lo digo, porque de ese tipo de oposición política partidista diszafrada de “opinión pública”, nos basta con Juan Bolívar Díaz, Colombo, Andrés L Mateo y el inefable Miguel Guerrero.
Sin embargo, tampoco quiero hacer tabla rasa de su sociología light que, de vez en cuando, envuelve aciertos sociopolíticos válidos (sobre todo, cuando enfoca los temas corrupción, nepotismo, ausencia de una ley de partidos políticos y de control-fiscalización de campañas políticas-electorales, y la falta de democracia interna en los partidos políticos) con objetivos políticos-mediáticos oposicionistas bien definidos que, en el fondo, enfilan y empujan hacia un mismo objetivo político-electoral: descalificar (o mejor dicho, sacar) al PLD bajo la premisa falsa de partido único, en el entendido, falso también, de que para que exista democracia debe haber alternabilidad de partidos en el poder.
Por supuesto, tal razonamiento-mentira, no se sostiene ni siquiera en los países desarrollados, pues no es verdad que, y por poner dos ejemplos, el PP en España o el PS en Francia, estén listos para salir del poder –para que supuestamente haya democracia- y, de paso, cedérselo a la oposición, sin antes procurar y, sobretodo, luchar, en elecciones libérrimas –que es el único método universal de validación-legitimación del poder- por seguir gobernando (y si los españoles y franceses lo decidieran, incluso, con mayoría parlamentaria).
O sin ir más lejos: querrá el partido demócrata –y de cara al 2016-, en los Estados Unidos, perder el poder –¡para que haya democracia!- de los republicanos. Y finalmente –y para sólo mencionar algunos casos latinoamericanos-, ni hablar de los 70 años del PRI en México, de los 20 años de Arena en El Salvador; y, por supuesto, de los 20 años de la Concertación en Chile (90-2010).
El problema, o mejor dicho, la miopía científica-metodológica de la mayoría de nuestros cientistas sociales –concretamente sociólogos y politólogos- es que cuando pretenden “analizar” la realidad socio-política actual suelen hacerlo desde el prisma de sus sesgos políticos-ideológicos obviando el sustento socio-histórico y en ese trance -metodológico-conceptual- ideológico- caen, generalmente, en sociológica periodistica (fotografía de un momento) y, de paso, se les hace difícil ocultar el refajo de sus preferencias políticas-electorales (que no quieren confesar) y terminan haciendo, más que “análisis objetivo”, pura oposición política partidista. Ese ha sido el registro histórico-conceptual de la ‘camada’ de intelectuales y periodistas que Balaguer malogró política y conceptualmente. Camino viejo que la socióloga Rosario Espinal, viene transitando sin tener vela en ese entierro.
Porque en el fondo, hay un substrato político-cultural (la herencia maldita del caudillismo y del autoritarismo 1844-1978, con sus efímeros y fugaces momentos de luces: los gobiernos liberales de los azules del siglo XIX, y el malogrado ensayo democrático de Bosch-1963) que ha nublado el esquema metodológico-ideológico- conceptual de la mayoría de nuestra intelectualidad contemporánea: el código Trujillo-Balaguer; y ahora –desde 1996-, el delirio-persecución contra Leonel Fernández que ya comienza a extrapolarse-enfilarse hacia el Presidente Danilo Medina.
Y todo porque hasta que no se examine -con rigurosidad científica y sin sesgo político-electoral- qué fue lo que el PLD heredó en el 1996 (en mi opinión, un feudo-colmado país que Leonel Fernández y el PLD pusieron en el mapamundi); y que ese partido (con sus aciertos y errores en el poder), hizo la mejor transición-relevo de los grandes liderazgos nacionales: Bosch-Balaguer-Peña-Gómez, jamás tendremos un balance crítico-objetivo de lo que hemos avanzado como país, incluyendo por supuesto, la inflexión histórica-coyuntural de 1978 que puso fin al bonapartismo balaguerista.
Porque el meollo del asunto de la permanencia del PLD en el poder, más que culpa del sistema, de las leyes, del PLD y sus líderes y que ochocuántos, solo tiene dos explicaciones políticas-sociológicas irrefutables: a) el correcto e inteligente –como ya señalamos- relevo de liderazgo que hizo el PLD de los grandes líderes nacionales (concretamente, del de Juan Bosch –en vida-, y sin entrar en crisis-rebatiñas); y b) la incapacidad de la oposición política para articular una opción política-programática, o proyecto político de poder –construyendo “mayoría electoral”- creíble y sustentable después de la debacle del guapo de Gurabo (cuatrienio: 2000-2004).
En otras palabras, la permanencia en el poder del PLD, además del agregado de sus realizaciones u obras de gobierno –por mas que se quieran negar o no reconocer-, ha obedecido, en gran parte, a lo que Daniel Goleman (psicólogo norteamericano-1946) llama inteligencia emocional que, en el plano de la política, también podríamos llamar inteligencia política.
Finalmente, si yo fuera la socióloga Rosario Espinal –que no lo soy-, en vez estar haciendo oposición política disfrazada de “opinión pública” (que es un nicho político-histórico de la escuela de la fijación y la amargura que regentean el vate Andrés L Mateo y Juan Bolívar Díaz, entre otros), me iría a hacer campaña política-electoral -abierta y decididamente- en la plataforma PRM-Convergencia. Digo, si no es que ya está, y, pendejamente, ni siquiera se entera. Algo que yo, pendejamente, tampoco creo.
jpm
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