La renuncia de los representantes ante la ONU

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

El relanzamiento de las relaciones exteriores es una oportunidad única para emprender nuevas acciones estratéticas, eliminar vicios y  fortalezcar el Estado. Es imperativo la limpieza total de la nómina clientelista,  y acabar con  el derroche de los recursos del Estado.

Es fundamental  someter  a una auditoria estricta las prioridades  diplomáticas y comerciales del pais. Vale la pena capitalizar mejor  las relaciones con los países ricos, las grandes potencias como Estados Unidos, China, Rusia, Japón, Francia, España, Brasil y  el intercambio diplomático y comercial con América Latina y el Caribe, en procura de mayores beneficios para  el turismo, el productor nacional y la inversión social.

Sin embargo, por razones estratégicas obvias, creo que las relaciones con Haití son la más alta prioridad diplomática y comercial  del  Estado Dominicano.

Lo primero es entender  que el Estado arrastra pérdidas millonarias con los embajadores, cónsules y vicecónsules botellas, cobrando sumas millonarios en dólares.  Esos son vicios  muy costosos en perjucio de una nación pobre. La nueva politica exterior deberia establecer salarios justos, dignos, y comsiones razonales para quienes vendan el país y generen inversión extranjera, mayor comercio y riqueza con los productos nacionales.

Ningún sángano debe ir a enriquecerse con el desfalco abierto y decarado de las arcas públicas en una posición consular como las de Nueva York, Boston, Canada y demás naciones.

Entender  que  la inestabilidad política de Haití, sus debilidades  institucionales, atentan contra la estabilidad económica y social del pais. Que la crisis política de Haití repercute y amenaza  en forma peligrosa porque los haitianos vienen en masas por la frontera en busca de refugio, lo que implica mayores gastos en materia de salud y educación para el pais.

Pero como primer mercado de consumo urge que la República Dominicana, por razones puramente comerciales, trabaje con Haití en la inversión fronteriza en alianza con el sector privado de ambas naciones. Este es el mejor freno a  la masiva inmigración ilegal haitiana.

Un censo poblacional, enfocado estrictamente en la inmigración haitiana, es de la más alta prioridad nacional.

Fijar  la población real de haitianos  inmigrantes,  los documentados e indocumentados, su presencia en las escuelas públicas y en las unversidades dominicanas,  las madres parturientas en los hospitales, los registros de nacimientos, y el control estricto de la inmigración extranjera, los renglones de la economia donde trabajan los haitianos como agricultores y constructores, asi como sus negocios en el mercado informal.

Este censo seria instrumento indispensable de trabajo para el Estado Dominicano fijar su politica y estrategia frente a Haiti.  

La urgencia mayor es  cambiar la percepción distorsionada de que la República Dominicana viola los derechos humanos de los haitianos. Es realmente critica la realidad actual, luego de la condena injusta de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) contra el pais.

 

La causa de esa condena ha sido más que todo debido a la  pésima, irresponsable e incompetente representación diplomática que tenemos en las Naciones Unidas. Contrario a los haitianos, que si son expertos diplomáticos de carrera, los dominicanos no hicieron el trabajo más elemental en defensa de su bandera.

 

Es por ello que urge la renuncia en pleno de todos los representantes  ante la ONU para que paguen el precio justo de su incompetencia que tanto  desprestigio internacional  ha provocado al país. La renuncia en pleno es impostergable.    

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