La primera mano
Qué lindo sería si nuestros funcionarios pudiesen salir de sus despachos con la frente alta y reasumir la vida del hombre común sin haberse desgraciado buscando lo que no necesitan.
Qué lindo si al abandonar sus labores públicas les esperaran el respeto y el aprecio de las generaciones.
Qué bueno aún esperar sorpresas.
Vivir la ilusión de que algún día suceda.
Aunque de vez en cuando se nos vuelquen las verdades cual zaranseadas canoas.
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