La persecusión es política si el delito no es penal
Trabajar duro durante doce años consecutivos no conduce a la riqueza. Probablemente ni siquiera haciendo pequeños negocios. No cualquier negocio permite a su dueño hacerse de fortuna. La mayoría consigue tenerlo apenas como medio de subsistencia. No como la via segura para acumular una gran riqueza. Por esas razones es dificil aceptar que alguien entre pobre y salga rico del gobierno con solo haber ganado cien mil pesos mensuales de salario. Ese sueldo solo sirve para alquilar una casa regular, pagar la mensualidad del carro y sustentar malamente un status social de funcionario. Por donde quiera que usted calcula los números del Senador Felix Bautista, no cuadran para volverse rico y poderoso a niveles tan extraordinarios. Para llegar a tener más de 100 propiedades inmobiliarias, incluídas torres, mansiones, villas y fábricas, hay que haber acumulado muchas ganancias millonarias, durante muchos años. Y lo más importante: dejar en claro lo que se tenía en propiedades antes de entrar al gobierno. Porque es absolutamente imposible haber hecho operaciones legítimas dentro del Estado y adquirir propiedades tan altamente costosas. Habría que tener poderes mágicos, milagrosos, y convertir las piedras en diamantes. Como Felix Bautista no ha heredado ninguna fortuna familiar,y hasta donde se sabe, no es brujo ni tiene poderes mágicos, entonces tiene que explicarle al pueblo dominicano cómo fue que transformó el agua en vino y las piedras en oro. Nadie le va a creer el cuento de que lo hizo trabajando duro como Director de Obras Públicas del gobierno durante las administraciones del expresidente Leonel Fernández. Y de paso aclarar, como buen discípulo y mejor amigo que es del expresidente, que no es su amanuense. Porque vox populi sostiene que ni es el yanero solitario en su asombroso enriquecimiento ni puede mover el altar sin que se caigan muchos de sus más fieles santos. En algo si está bien claro Felix Bautista y es en que no fue dentro de la Iglesia donde sus millones se multiplicaron como el pan en tiempos de Jesucristo. Por eso nadie puede acusarlo, sin cometer una soberana calumnia, de haber dilapidado la fortuna del templo religioso ni cosa parecida. Todo ocurrió en tierra firme, en el marco del fiestón, la danza de los millones, romerias y parrandas del Palacio Nacional. En la sombra de los gruesos muros palaciegos, epicentro del poder político. Hacer conclusiones a priori es prejuiciado y malsano. El argumento de que hay persecución política es insustancial. No basta para liberarlo. Debe saber que su pleito es penal. Es contra los ojos y los oídos de diez millones de dominicanos en la isla y dos millones en el exterior a quienes hay que convencer primero que a la justicia. Le hace falta elaborar argumentos contundentes, confiables y creibles. Lo principal es demostrar que no cometió ningún delito penal. Que su fortuna es sagrada, legítima y limpia. Y que puede mostrar las pruebas de que todo lo que posee es fruto del trabajo honrado, sin obrar de manera fraudulenta, sin que nada sea el producto de su vínculo político con el entonces Jefe del Estado, la asignación de obras públicas y el manejo de fondos del Estado. Retírese a meditarlo a solas, en una de sus mansiones…Eso es todo, Honorable Senador!