La paciencia trae victoria

 
 
Generalmente el ser humano se identifica como impaciente, todas las cosa las queremos en el mismo momento. Esa actitud nos lleva a cometer errores, puesto que hacemos las cosas sin analizarlas. De ahí que, la impaciencia es la madre del fracaso. En consecuencia, la paciencia como virtud, debe adornar la vida de cada ser humano. Lo que no logramos ahora, lo podemos lograr después. Los éxitos son hijos de la paciencia, junto a la disposición para  lograrlo. 
 
El Dicc. L. Encl. 2000, define la paciencia como: «Capacidad de soportar molestias sin rebelarse. Facultad de saber esperar, contenerse. Aptitud para realizar trabajos entretenidos o pesados. Flema, lentitud.»
 
La  grandeza de una persona radica en que sepa utilizar correctamente la paciencia, pues en ella se puede lograr que el tiempo contribuya a solucionar las dificultades, pero a la vez, permite crear en sí mismo una fuerza interior insuperable. Además, produce una amplia visión de las cosas, y conocer sus interioridades sin mucha dificultad. Por eso Jesucristo dijo a sus discípulos: «Con vuestra paciencia ganaréis  vuestras almas» Lc. 21:19.
 
El cristiano tiene una fuente de paciencia, la cual lo puede perfeccionar en la medida en que se deja conducir por ella, esta es el Espíritu Santo, cuyo fruto incluye la paciencia. En ese sentido, la oración es una herramienta importante de la paciencia; ella nos permite esperar que Dios intervenga a favor de nuestras circunstancias negativas, para transformarlas en positivas. De ahí que José, hijo de Jacob dijo a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» Gén. 50:20.
 
Muchas de las enfermedades que surgen en la vida de los hombres, es debido a la falta de paciencia. De igual manera, muchos conflictos que se dan, incluyendo guerras, por la ausencia de ésta. Se debe ser sabio y dejar que la paciencia haga su trabajo en nuestra vida. Ahora más que nunca, debemos tener paciencia, para que cada paso que demos hacía adelante sea firme, con seguridad y previsión; un paso mal dado, puede llevar al total fracaso, pues vivimos en un sin rumbo fijo y conflictivo.
 
La ausencia de valores morales y espirituales en el mundo, lo ha conducido a continuos conflictos, y necias conductas en el ser humano. Por lo que se requiere de mucha paciencia, para poder ubicar cada elemento de juicio en su debido lugar, y poder sacar el correcto provecho de cada circunstancia. El apóstol Pablo escribió a los efesios: «con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor» Ef. 4:2.
 
La paciencia es un río de muchas aguas que llega hasta el Océano, después de muchas horas y de diversas dificultades, logra su objetivo. Esperar un resultado de un examen, de un trabajo, y de cualesquier otras cosas, requiere de paciencia. No desesperéis, por las cosas que vendrán a nuestro mundo, sino sepan buscar y esperar esas soluciones con todas las voluntades posibles. Nadie podrá quitarle la paciencia, si la usa con sabiduría, siendo en verdad «pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios» Stgo. 1:19.
 
El pasado viernes, visité una Institución de La Vega, en la cual necesitaba un servicio. Después de esperar una media hora, me encontré con un concejal vegano, el cual me ayudó en la diligencia que andaba haciendo. Observé en él gran paciencia, hizo varias llamadas a la persona que podía decidir sobre mi necesidad en ese momento, y aunque no podía comunicarse lo intentó una y otra vez, y esperó hasta que me resolvió la necesidad. Un gran servidor público, según creo fue la primera vez que he hablado con él, se trata de Odalis Fernández. Gracias, Odalis, demostraste ante mí paciencia y voluntad de servicio.
 
Hay personas que no tienen paciencia al servirle a otros, pues si no pueden hacerlo rápidamente, lo mandan de un sitio a otro, o le buscan una falsa solución. Dios ha dotado al ser humano de la capacidad para adquirir paciencia, para que podamos servirnos unos a otros en ese amor de Dios. Agradezco a Dios, porque estoy seguro que muchas personas han tenido paciencia conmigo, pero a la vez, por  ellas he aprendido un poquito tener paciencia. Sepamos que la paciencia es el camino al éxito, es la corona de la fama y sobretodo es remedio de  enfermedades y guardadora de la vida eterna. 
 
La victoria que cada persona quiere obtener requiere de paciencia, pues ella descubre nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Nos permite conseguir el conocimiento necesario para la victoria y también nos permite contemplar el poder de Dios actuando en favor de nosotros. La paciencia no nos enseña como un espejo, sino que ella nos enseña con la realidad. Todo depende de usted, ella se va cuando usted quiera y regresa cuando usted decida. Lo mejor es tenerla siempre junto a nosotros, para que ella y Dios nos den la victoria.
Dios le bendiga.

 

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