La nave Soyuz se acopla con éxito a la EEI con dos astronautas que permanecerán un año
Es capaz un ser humano de aguantar un año en el espacio? ¿Cómo responde el cuerpo a tanto tiempo en estado de ingravidez? Son las preguntas que busca responder la NASA en la próxima expedición a la Estación Espacial Internacional (EEI), en la que los astronautas Scott Kelly (Estados Unidos) y Mikhail Kornienko (Rusia) tienen previsto permanecer 12 meses.
Los astronautas de la expedición 43-46 han llegado con éxito a bordo de una nave Soyuz TMA-16M a la Estación Espacial Internacional (EEI), junto al astronauta ruso Gennady Padalka -que estará seis meses- desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán).
El lanzamiento ha tenido lugar a las 20:42 hora de Moscú (20:42 hora española).
Hasta ahora, la media de permanencia en la estación era de unos seis meses. Al doblar este tiempo, se pretende dilucidar cómo reacciona y se adapta el cuerpo humano a una estancia de estas características.
Según afirma la NASA, esta misión es fundamental como paso previo a los viajes con tripulación que pretenden realizar a otros planetas del Sistema Solar, como Marte, lo que supondrá estar 500 o más días en el espacio.
¿Cómo afecta la ingravidez al cuerpo humano?
La falta de gravedad tiene repercusiones diversas en el cuerpo humano. Ya en 1961, los científicos soviéticos estaban muy preocupados porque cualquier período prolongado de ingravidez pudiera tener efectos negativos, incluso fatales, en los astronautas y por eso limitaron el primer vuelo espacial de Yuri Gagarin a 108 minutos.
Los astronautas necesitan estar bien preparados físicamente para afrontar sus estancias en el espacio. Ya desde el despegue pueden padecer el conocido como ‘mal del espacio‘, por el que el sistema vestibular -situado en el oído interno, controla el equilibrio- no detecta la atracción de la gravedad y la persona puede sentir vértigos y náuseas que se pasan al cabo de unos días.
Sin embargo, hay más efectos de la ingravidez, como deformaciones en los ojos, atrofia muscular y pérdida de masa ósea. En este sentido, los estudios se van a agrupar en siete categorías: deterioro visual, rendimiento físico, salud del comportamiento y de las funciones corporales y factores humanos, metabólicos y microbianos.
Seguimiento de vista, huesos y músculos
En la Tierra, cuando nos levantamos repentinamente nos podemos sentir mareados, lo cual ocurre por la caída de presión sanguínea. En el espacio los fluidos corporales -la sangre y el agua- sufren cambios como este, y se quiere averiguar cómo impactan en la vista.
En cuanto a los músculos y huesos, estos se encuentran en un estado de reposo con la ingravidez, como si el cuerpo estuviera en la cama permanentemente. En cambio, en la Tierra la gravedad tira de nuestros músculos y huesos, aunque no seamos conscientes de ello.
Por ejemplo, el músculo del corazón tiene que trabajar más en la Tierra para bombear sangre a todo el cuerpo. En la Estación los astronautas pueden -en un gimnasio que existe a tal efecto- y deben hacer ejercicio diario para mantener sanos sus huesos y músculos.
Por otra parte, con la microgravedad los huesos no tienen la necesidad de mantener una regeneración ósea como en la Tierra -generamos nuevas células óseas constantemente-. Aunque se recupera al volver a nuestro planeta, se desconoce si la estructura esquelética se regenera completamente.
Ahora la NASA estudiará los riesgos de la aparición temprana de osteoporosis y de la fractura de huesos debido a una estancia de larga duración en el espacio. También tiene el objetivo de minimizar la pérdida de músculo, hueso y funciones cardiovasculares.
Fuente: RTVE.es
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