La marcha contra las manchas
El domingo 22 de enero de 2017, con mis ojos bien abiertos, vi la gente marchar por las calles de la ciudad capital. Sus reclamos eran en contra de las manchas de impunidad que no se logran limpiar de esta suciedad, en que se ha convertido -para un grupo- el quehacer de la política. “El pueblo dijo ya fin a la impunidad”. No es una simple consigna, es la luz que ilumina el sendero a seguir en el futuro.
Ciertamente, el “cloro social” marchó contra las manchas de la corrupción, pues la mayor impunidad es el silencio, la noche que se le impone a la voz para que no se sepa y quede en oscuridad, todo lo que ocurre o se pudre al interior de una sociedad. Pero el silencio tiene precio, se le paga a la mudez de quienes deben hablar o denunciar y prefieren, por dinero, callar. Así silencian la opinión pública, el Ministerio Público y finalmente la justicia.
Marchar es hablar, es luchar para evitar que quienes atracan el erario disfruten de su botín sin riesgos ni consecuencias, aunque no pueden tapar sus riquezas mal habida y aparezcan como fruto lícito de su esfuerzo en sus declaraciones juradas. Sin embargo, nadie ignora que son “afortunados” de sus cargos gubernamentales. Mientras en los hospitales, las escuelas y en los servicios básicos, existen carencias de asuntos fundamentales, dizque porque el gobierno no tiene dinero. ¡Qué descaro!
Esta parece ser la era del soborno. Los políticos ofertan dinero en las campañas para que voten por ellos. Eso es una forma de sobornar al elector. También muchas veces sus cabildos son el producto del “cabildeo” de los pesos del cohecho. Se sabe que noventa y dos millones de dólares (cuatro mil trescientos veinticuatro millones de pesos) son una cifra respetable como para poner atención a ese crimen. Pero no, las cárceles son depósitos de pobres porque en muchos aspectos la justicia es tela de araña para atrapar los insectos pequeños porque los grandes rompen la malla.
La extraordinaria marcha del pasado domingo parece no tener precedente en su género si valoramos los niveles organizativos y el esfuerzo de sus patrocinadores. La jornada contra la impunidad ha sido exitosa y dice con palabras de advertencia que el rumbo del pueblo ya tiene orientación. Negar esta realidad es terquedad.
jpm/of-am