La lectura: insumo para la competencia escrita

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La autora es profesora universitaria. Reside en Santo Domingo

Por ANDREA TEANNI CUESTA

 Si hay un aspecto que preocupa a la comunidad educativa es el bajo nivel de los alumnos en la competencia escrita. Los mismos presentan problemas como la falta de coherencia y cohesión,  de propiedad, ínfimo vocabulario y violación a la normativa de la lengua.

A razón de esto, los maestros recurren a paliativos como  las caligrafías,  copias de textos, y repaso de las normas,   de los que se obtiene escasa mejoras o ninguna. Ante tal situación, padres y maestros parecen obviar el hecho de que la lectura constituye el mayor insumo para el desarrollo de la competencia escrita.

Krashen citado por Cassany (1999) plantea que la forma en que se adquiere el código escrito es muy parecida a la  en que se adquiere una segunda lengua, y por lo tanto la teoría del input comprensivo puede ser válida para la adquisición del código escrito. 

La misma establece una distinción entre adquisición y aprendizaje, dicho de otra manera; entre la adquisición, un proceso inconsciente, y el aprendizaje, el estudio consciente y organizado de la lengua.

 Afirma que la adquisición es un proceso central y básico que permite al ser humano llegar a usar la lengua, tanto receptiva como  productivamente, y que el aprendizaje solo sirve para controlar y corregir, con muchas limitaciones, los textos que se producen.

De aquí que el medio por excelencia para adquirir el código escrito es la lectura. De la misma forma que se adquiere el habla escuchando y comprendiendo textos orales se adquiere la escritura leyendo y comprendiendo textos escritos.

 Cassany (99) también cita algunos estudios que demuestran que hay una relación directa entre el hábito, el placer por la lectura y la competencia en la expresión escrita. Dentro de los que figuran Krashen, quien de un grupo de 66 estudiantes de 18 y 19 años dividido en dos grupos, según el grado de competencia que obtenían en un test. 

Dicho estudio demostró que aquellos que habían obtenido buenas puntuaciones habían demostrado toda su vida, voluntariamente, más placer por la lectura que los escritores mediocres, que obtuvieron bajas puntuaciones en el test.

  Wooward y Phillips en 1967, pero, en este caso, los alumnos más competentes leían más el periódico. Donalson   y Rayan  con chicos y chicas de 15, 16 y 19 años, respectivamente, se dieron cuenta de lo mismo y que lo padres de estos niños les leían textos de pequeños.

Grobe y Grobe 1997 con estudiantes de 19 años; Zeman 1969, con niños de escuela elemental entre 7 y 9 años,   también corroboran con lo mismo. Todas estas investigaciones ratifican la estrecha relación entre la lectura y la competencia escrita, a mayor hábito de lectura mayor competencia en la escritura.

Otro aspecto con el que se ha comparado la incidencia de la lectura en la competencia escrita es el de las correcciones gramaticales, tanto por parte del alumno como por el profesor, y la mayoría demuestran que la lectura es más beneficiosa para estos fines.

Es importante, también, ver la escritura como una actividad creativa y procesual en la cual se aplican diversas estrategias. Autores como María Teresa Serafines, Ángel Cervera, Cassany, entre otros, coinciden en ello. Dentro de las mismas figuran planificar y esquematizar la escritura, releer, corregir de forma recursiva.

Finalmente, se puede afirmar que es la lectura el insumo principal para la adquisición de la competencia estricta. De aquí que la escuela desde los niveles elementales hasta los superiores debe fomentar este  hábito e incluir la producción escrita como práctica cotidiana.

JPM

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